lunes, 1 de abril de 2019

El progreso o el regreso?

    Ustedes lectores ya lo saben: me dediqué muchos años a la historia, invertí en ella mucho tiempo y esfuerzos a la par que aprendí. Y una de las cosas que aprendí es que aquello de que la historia se repite es algo más que una frase hecha. La historia se repite y gracias a ello, en Europa hemos tenido dos guerras mundiales que serían mundiales de nombre pero que se cebaron con nuestro continente y lo arrasaron,  dejando millones de muertos detrás. Parece que de la última, algo aprendimos pues llevamos setenta años de paz europea;  aunque la historia que se repite, y el círculo infernal en el que sólo los seres humanos somos capaces de meterno sin salir, puede que nos lleve a otra parecida. 

    Para salir de ese círculo nefasto, existe una cosa que se llama progreso, que no es circular sino lineal. El Progreso no sólo consiste en tener un teléfono con más gigas, un ordenador más potente o mandar una sonda a Marte.  El progreso también es (o debe ser)  social, y supone que la democracia sea el sistema que gobierne las naciones, que la gente no muera de hambre (a ser posible) que los homosexuales no sean perseguidos y que las mujeres puedan andar solas por la calle sin temor a que una panda de brutos las viole. Parece todo muy evidente, pero a veces se nos olvida. Y el deber de los adultos que somos unos cuantos, es contarle a nuestros jóvenes,  o muy jóvenes, que todo eso no ha estado siempre ahí, sino que ha costado años de historia y de desastres llegar a ello. 

    Me meto en esta harina de costal polémico porque hace unas semanas, un jovenzuelo al que quiero y aprecio mucho me dijo en mi propia casa que iba a votar a Vox, porque hacía falta un poco de orden. Le pedí que me definiera « orden » y no lo tenia muy claro. Yo le puse un ejemplo tonto: « orden » es lo que tengo yo en mi mesa de trabajo, o lo que pedía mi madre a gritos cuando abría nuestros armarios. Lo demás es estado de derecho, que es parte de un contrato social entre ciudadanos, porque si se convierte en imposición, la suele ordenar un señor (o un grupo reducido de señores ) y entonces se llama dictadura. Y no es algo que facilite la vida de las personas. Creo que le dejé con ganas de más y aquí estoy esperando a que venga un día de éstos a escuchar la segunda parte del discurso.

   Y el día que vuelva le diré que yo no quiero orden sino progreso. Y que progreso, para mí, es el estado de las cosas al que hemos llegado, no sin hartos esfuerzos de muchos y muchas, ya que parece que el progreso requiere el maldito lenguaje inclusivo. Progreso es que puedas votar, y echar con tu voto al que lo hace mal, aunque parezca ese voto una gota en el oceano. Progreso es que te puedas divorciar, que a nadie se obligue a comulgar, ni con ruedas de molino ni con la versión que sea; progreso es que las cárceles no se llenen de homosexuales y lesbianas y que éstos puedan casarse, y tener hijos; que nuestras hijas ganen a trabajo igual, salario igual. Que puedan salir a la calle sin miedo, y que la violencia sexual sea un crimen perseguido por la ley. Sí, sexual, así como suena, porque por desgracia ninguna pandilla de mujeres viola a un mozalbete en un callejón. Progreso es que el ejército sirva para socorrer a la población en las catástrofes naturales y la policía necesite una orden del juez para entrar en tu casa. Progreso es que quien viene a nuestros países a trabajar y huyendo del hambre tenga cómo ganarse ese pan. Todo ésto y mucho más es progreso y no órden, y si no se lo explicamos a nuestros chiquillos que votan por primera vez, otros más simplones, y con argumentos catetos pero eficaces, se lo explicarán; y volveremos al siglo XIX; o en el caso de mi querida España, a 1939...Con lo que nos ha costado llegar hasta aquí!


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