martes, 27 de agosto de 2019

Vengo a decir que me voy

   Para empezar una canción, los que entiendan francés no necesitarán toda la explicación que viene después:


    Queridos amigos y lectores y aquellos que son ambas cosas: hoy he venido  a decir que me voy. Justamente hoy, cuando festejo los ocho años sin interrupción de contar mis miserias en ésto que yo llamo cuaderno y que las nuevas generaciones llaman Blog. Ocho años! que se dice bien; empecé subtitulándolo "Confesiones de una cuarentona" y si me descuido ya no soy ni cincuentona! Empecé haciendo de ello casi casi una psicoterapia y ahora recibo mensajes de lectores que me dicen que se lo toman como una terapia ellos mismos. Al principio hablaba de mis cuitas como madre de dos niños casi pequeños y ahora son dos adolescentes crecidos (por favor alguien sabe cuándo se acaba la adolescencia?) camino de ser  adultos. Empecé queriendo hablar de libros y de cine y me he dedicado a hablar de todo lo divino y humano sin reparos; empecé teniendo cuarenta visitas semanales y ahora muchas semanas sobrepaso las mil. No quisiera dar la impresión de morir de éxito, pero quizás si hay que cortar por algún lado y con algún motivo, sea mejor hacerlo con el personal aplaudiendo y no tirando tomates. 

    Desde hace un tiempo tengo la impresión de repetirme más que la morcilla, provocar cierto enojo a mi alrededor y no ser tan ocurrente como yo quisiera. Pretender poder hablar de todo y por su orden , con libertad (e incluso con ira) y con la perspectiva de los años vividos que empiezan a ser muchos, desgasta las neuronas y te crea enemigos. De acuerdo que también te procura aficionados y gentes entrañables que te dicen cosas maravillosas y entre ellas sobre todo una,  que es el mayor elogio posible:" qué buen rato he pasado mientras te leía". Me quedo con ello. 

    Señoras y señores, queridos lectores y sin embargo amigos, no se crean que me voy a quedar parada sin escribir una sola línea, a pesar del poco talento que me ronda; hay varios escritos en marcha que esperan el turno de oficio que este blog les ha robado. No sé si me moriré pasado mañana, pero por si acaso no quiero esperar mucho antes de ver un buen montón de ideas puestas por escrito en otro buen montón de páginas; como mi cerebro ya no carbura si no duermo seis o siete horas (cosa que antes no era necesario) el tiempo libre nocturno, ese tan propicio a la escritura también se va reduciendo.  Y hay prioridades.

    Ha sido un placer durante todos estos años saber que al otro lado de esas pantallas que tanto me exasperan  hay unas personan que se leían lo que esta cabecita se inventaba o relataba sin inventar. Y cuando digo que ha sido un placer, es que lo ha sido de verdad, con todas las seis letras de la palabra placer.Este blog ha sido un buen curso de corte y confección; ahora toca intentar dar un salto a la sastrería fina. He dicho intentar, con todas las dudas y temores de no conseguirlo; pero intentar por supuesto, porque los que me conocen saben que  entre mis defectos más señalados está la cabezonería y el no rendirme. Aquí dejo la puerta entreabierta, nunca se sabe... Pero por ahora:





   

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