martes, 23 de octubre de 2012

Corte y confección

    Un poco de análisis de vocabulario para empezar, que los que tenemos escolares en casa nos pasamos el día repasando. "Recorte", según el diccionario de la Real Academia Española,  se describe como "acción y efecto de recortar". "Recortar": cortar o cercenar lo que sobra de algo"; lo releo y dice bien "cortar lo que sobra",  no lo que queda. Conclusión: ahora que, por desgracia, "recorte" se ha convertido en una palabra de uso diario en boca de políticos, mandatarios, periodistas y del común de los mortales, resulta que todos la empleamos mal.

    En el taller llamado España, el maestro de los recortes, dueño de la tijera y brazo ejecutor de su amo se llama Cristobal Montoro, ministro de Hacienda; que emplea el dichoso vocablo día sí y día no, y que a saber dónde aprendió corte y confección este hombre, porque los tijeretazos (que es como deberíamos llamar a los recortes si aplicáramos con propiedad la lengua castellana) son certeros, dañinos, muchas veces al bies y tantas veces inútiles e incomprensibles para el respetable público. No sea tímido señor Montoro, ahora que ya hemos entendido todos que se corta, o se pega un hachazo donde más duele, no se corte  (y valga la redundancia) en ir hasta el fondo del asunto. Ahora sí, por fin ya hemos entendido cuando nos dice usted (o los de antes que lo hicieron igual de mal) que ya no queda nada por recortar: esta claro! porque ya no sobra nada. Ahora sólo queda cortar  y cortar, y ni siquiera molestarse en hacer un bonito pespunte. Si quiere yo le doy algunas ideas.

    Empecemos por los funcionarios, a quienes ya les quitamos una o dos pagas extras y les bajamos el sueldo: vamos a quitarles un mes más; total tienen el trabajo garantizado de por vida, de qué se quejan! Y así, poquito a poco, tendremos detrás de esas ventanillas donde tanto tiempo perdemos una casta de empleados en el más puro estilo de la Rumanía de Ceaucescu; soplones, fieles al horario hasta la décima de segundo y resueltos a hacerles a ustedes la vida imposible porque para lo que ganan, para qué molestarse.

   Los profesores, que son carne de cañón de la crisis. Ya lo dijo nuestra Esperanza antes de jubilarse con la clarividencia que la caracteriza: que cobren menos porque trabajan menos, o que hagan cuarenta horas como todos, y luego que hagan en casa sus deberes, que esas horas no cuentan. Total, a quién le importa el destino de nuestros escolares, si nadie se preocupa en enseñarles como está mandado por agotamiento;  tampoco es tan grave, pues cuando acaben su formación no van a poder trabajar en ninguna parte.

    Vamos a pegarle una buena subida al IVA, para que se arruinen los hosteleros y los pequeños empresarios, al impuesto de sucesiones que grava un bien por el que ya se pagó a su debido tiempo y al IRPF en los tramos bajos para que a la gente se les quiten las ganas de producir nada que sea útil ni duradero. Dejaremos intactos los fondos de inversión esos que ganan pasta por pasear dinero que no existe en realidad y luego lo guardan en las Islas Cayman, pobre gente, ya tienen bastante con lo que perdieron cuando cayó Lehman Brothers. Y a ver si dejamos tranquilos a todos los directivos de las Cajas de Ahorro en quiebra, Santa Rita, Rita, lo que se da no se quita...

   Ni un Euro para construir trenes, mejorar carreteras, o aumentar las líneas de autobuses urbanos. Los que no tengan coche que no salgan de casa. Y si necesitan moverse para ir a trabajar, haberlo pensado antes de comprarse un adosado en la periferia a veinte kilómetros del curro; perderán el trabajo y perderán el adosado, pero así se darán cuenta que lo de vivir como los ricos era sólo un espejismo.

    Y acabemos con la madre de todos los tijeretazos: el gasto sanitario. Ya hemos perdido la vergüenza de negarles la asistencia a los inmigrantes sin papeles, vayamos un poco más lejos y quitemos médicos de pueblos pequeños, cerremos los centros de salud y digamos alto y claro, que el que no tenga posibles, mejor que no se enferme; al fin y al cabo la madre naturaleza cuando no existía la ciencia médica ya se encargaba ella de eliminar a los más débiles.

    Y no me meto con la asistencia a los discapacitados, las ayudas a los parados que han agotado el subsidio, las familias numerosas, las víctimas de riadas e inundaciones y los afectados por alguna estafa bancaria, que seguro que ya saben ustedes como undirles aún más en la miseria. Una vez que se ha perdido el miedo a hacer lo que ya sabemos que no sirve para nada, ni va a enderezar el rumbo del barco a la deriva, se puede seguir por la misma ruta y con el barco haciendo aguas. Nuestros políticos no son expertos navegantes. Ni siquiera estuvieron muy atentos en el curso de corte y confección.

    Y yo todo lo anterior lo digo haciendo un ejercicio de cinismo puro y duro. Supongo que lo han pillado porque asumo que son ustedes inteligentes, contrariamente a los que nos gobiernan, que piensan que todos somos tontos...

   

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