lunes, 15 de octubre de 2012

La Santa del día

    Entre otras muchas buenas costumbres los expatriados hemos perdido la de celebrar los santos, porque nos faltan aquellos calendarios con el santoral que tenían nuestras abuelas en las cocinas, porque hay que explicar a los nativos en qué consiste eso de celebrar el nombre propio y ya no digamos si una se llama María Concepción...mejor atenerse al aséptico y cronológico cumpleaños.

    Cuando esto escribo estoy de viaje, a un sitio bastante esdrújulo llamado Luxemburgo del cual no merece mucho la pena hablar,  así que me voy a centrar en la Santa del día, mañana 15 de octubre, voy a tener un día ajetreado como para ponerme a escribir sandeces y para remate es Santa Teresa, que es una santa que no deja indiferente a nadie, así que manos a la obra.

    Teresa de Cepeda y Ahumada (1515-1582) monja Carmelita Descalza, doctora de la Iglesia, sospechosa de ser descendiente de judíos y castellana de origen, como yo, es una vieja conocida mía. En mi vida anterior, pasé muchas horas de mis días y de mis noche descifrando sus escritos, total, para hacer una tesis doctoral que de poco me sirvió aparte de para saber mucho de Santa Teresa. Hacer una tesis doctoral de historia o literatura debe ser en estos días algo tan antiguo como hacerse una misma una colcha de ganchillo. Prosigamos.

   Santa Teresa era una señora bastante moderna para su tiempo, no hay más que leerse sus escritos, lo que pasa es que todos nos hemos quedado con aquello de que flipaba en su celda, levitaba y entraba en éxtasis con relativa facilidad. Ciertas teorías de los historiadores de la medicina atribuyen estos viajes a las hierbas medicinales que le aplicaban para sus dolores reumáticos, lo cual me parece una explicación bastante plausible, porque yo, salvando las distancias, si me tomo dos ibuprofenos seguidos me pongo también en la pista de despegue. Para moderna,  baste ya la idea de que su padre la mandó al convento porque se pasaba la vida leyendo novelas y frecuentando gente poco recomendable. De monja hecha y derecha,   andaba por los caminos de la muy ancha Castilla,  fundando conventos y llenándolos de monjas, lo cual es lo más feminista que se podía hacer en aquellos tiempos: las mujeres se lo pasaban bastante mejor en muchos claustros que sometidas a la dictadura de un marido que no habían buscado ni aceptado. Y para colmo, superó el ojo escrutador de la Inquisición, que le buscaba las cosquillas por aquello de que su familia era descendiente de judíos, pero que en realidad no veía con buenos ojos que una señora anduviera tan suelta: "de mí le dicen al Nuncio que soy vagabunda e inquieta"...escribió en una de sus miles de cartas que han quedado como testimonio para la historia. Cultivó la amistad de San Juan de la Cruz (otro proscrito) y entre viajes y pleitos aún le dio tiempo a legarnos una obra literaria espléndida. Y con una poesía amorosa que dejó perlas como la que siguen (sean ustedes capaces de abstraerse de que el destinatario es el Altísimo):

Si el amor que me tenéis,
Dios mío, es como el que os tengo,
Decidme: ¿en qué me detengo?
O Vos, ¿en qué os detenéis?

   Y mañana es Santa Teresa, el santo de un buen montón de mujeres que conozco y que se llaman Teresa, que son fuertes, que pelean contra la adversidad desde una silla de ruedas o que han peleado contra el destino que las llevó muy lejos de sus países a ganarse la vida y la de sus familias. Conozco Teresas de todas las edades (incluso una de noventa años en plena forma) y de varios países; todas son mujeres fuertes y llenas de voluntad; lo dará el nombre?

    Para mañana, felicidades a todas las Teresas, les dejo mi verso favorito, aunque reconozco que le hago poco caso:

Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda,
la paciencia
todo lo alcanza.

1 comentario:

  1. Muchas gracias, Concha. Me ha remitido esto una amiga común. Me ha encantado. A partir de ahora voy a seguir tu blog (acabo de suscribirme a tu lista de distribución).
    Abrazos de una Teresa, de esas que tb se caen mil veces y otras mil se levantan, y que se fueron lejos de su país para ganarse el pan.

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