domingo, 11 de noviembre de 2012

No era esta la semana

        Esta era la semana para hablar de Obama, pero no lo voy a hacer porque ya está todo dicho y porque basta con confesar que yo, como media humanidad, hemos dado un suspiro de alivio la madrugada del miércoles al saber que este señor, que puede haber decepcionado a muchos y no ser tan negro como prometía, pero en cualquier caso mejor que un millonario raro (palabras de mi vecina) con las canas teñidas, seguirá al mando de la primera potencia mundial y lo que es aún más tranquilizador: al mando del ejército más poderoso del planeta.



    Esta era la semana para hablar de Artur Mas, de Cataluña, de lo nerviosos que está poniendo a todos (dentro y fuera de la España plural) aunque bien pensado, todas las semanas son las semanas de Artur Mas, que sin despeinar su bien atusado tupé, le lanza torpedos a la línea de flotación del gobierno sin prisa y sin pausa. Pero me da pereza hablar de Artur Mas en particular y del nacionalismo en general, y si siguen leyendo unas cuantas líneas más abajo verán por qué.

    En un registro más frívolo era la semana para hablar de la venida al mundo de Paquirrín segundo de España, pero como Paquirrín Primero me puede, paso. 

    Iba yo a propinarles una bonita entrada sobre el otoño, que por estas latitudes está a punto de convertirse en invierno, y de unos árboles de hojas rojísimas que hay a dos manzanas de mi casa (no me pregunten de qué especie son) y que paso a visitar mañana, tarde y noche porque me parecen un milagro de la naturaleza que en pocos días y al primer soplo de viento del norte se van a quedar como el árbol del ahorcado. Ya es raro que yo le encuentre cierta poesía a todo lo que se produce a menos de 20° , pero ésto de los colores del otoño aún me sigue maravillando.

   No va a ser tampoco ésta la semana de la poesía otoñal, porque el viernes una mujer se ha suicidado en Vizcaya. Una mujer a la que todos los que leemos la prensa cada día hemos visto en portada: rubia, con grandes gafas de sol y el rostro risueño, apoyada su cabeza en el hombro del marido, disfrutando de un sol de primavera, y probablemente de una caña con pincho en la terraza de un bar. Pongan "Amaia Egaña" en sus buscadores de Google, esta foto es lo primero que sale. Una mujer sin bemoles, trabajadora, deudora de una hipoteca, casada y con un hijo, comprometida en política (fue concejal) sin pleitos con nadie pero con una deuda pendiente con la Caixa (pongamos nombre y apellido a los asesinos) que ha podido con su vida. Quizás tuviera otros problemas, quizás hubiera otras causas añadidas, pero la buena señora ha  dejado abierta la puerta de la calle para que los agentes judiciales que venían a ejecutar la orden de desahucio asistieran a su muerte en directo sin tener que llamar al timbre. Quién sabe si había otras razones, el banco le ha dado el empujoncito final para tirarse por un balcón que malditas ganas tendría ella de hacerlo. Y para recordatorio, la prensa nos deja su foto, para no olvidarla, aquel día cuando tomaba el sol en una terraza con su marido.

    Dos suicidios ya en quince días, una ley hipotecaria más vieja que la perra chica y los jueces dando la cara que los políticos, demasiado ocupados en entenderse con los banqueros, no son capaces de dar. Por cierto, para los que piensan que Europa no sirve para nada y que los eurócratas son una casta de funcionarios vagos y enriquecidos, les hago saber que hay una Directiva europea, la 93/13, gracias a la cual a  partir de ahora, muchos desahucios van a poder paralizarse si se demuestra que las hipotecas contraídas contienen clausulas abusivas (el 90 %). Quien ha sacado ésto adelante y lo ha llevado al tribunal superior de Luxemburgo no es ningún diputado nacional ni siquiera eurodiputado; es un señor marroquí llamado Mohamed Aziz y vive en Martorell (Barcelona): para que luego nos pensemos que los inmigrantes no sirven más que para delinquir...

    Hay días en los que me acuerdo de la mala leche que se me ponía cuando tenía una úlcera de estómago y ya sin úlcera tengo sensaciones parecidas. Hay semanas en las que pasan cosas en el mundo pero toca escribir de lo que pasa en el portal de al lado de casa. Hay personas que mueren porque no superan la idea de perder su casa y verse perseguidos por la justicia, y cualquier sociedad moderna y civilizada no debería  consentirlo. Hay ladrones de guante blanco y vulgares chorizos, los bancos pertenecen al segundo grupo. Quizás la próxima semana acabe hablando de Paquirrín, a ver si con ello se me pasan los negros pensamientos que hoy cruzan mi frente...

  

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