jueves, 29 de noviembre de 2012

El que necesitamos

  Que gobernar no es fácil ya lo dijo Rajoy hace unos días a la vez que se esforzaba por hablar idiomas:


   Que una cosa es hacer oposición y otra bastante más complicada es tener mando en plaza, ya se habrá percatado. Y de paso ha admitido públicamente, en un inglés que entienden hasta los marcianos, que no es sencilla la tarea. O al menos no como decía su predecesor en el cargo, que afirmaba que cualquiera podía se presidente del gobierno, con lo fácil que era...

    El problema (y no sólo de nuestro país) es que las grandes cabezas pensantes que otrora gobernaron el mundo ahora no se arriman a la política, y claro, dejan mucho hueco para que por ahí se cuelen los inútiles sin una pizca de sentido de estado, que es lo que nos hace falta en estos tiempos, bastante más que hablar inglés o entender de economía. Muertos Fraga y Carrillo, retirado Miguel Roca, abrumado Jordi Pujol por las faltadas de su hereu, con Felipe González saliendo en el Hola y Adolfo Suarez viajando por el hiperespacio el saldo de hombres de estado en nuestro país (e insisto en otros muchos países también) se nos ha quedado a cero. Lástima.

   Nos hace falta un tipo de ser humano que a día de hoy no se da y quién sabe si se dará alguna vez más en la historia. Alguien que simplemente crea que" la patria es sinónimo de justicia y libertad para todos", no hace falta añadirle más versos al credo. Alguien que esté viajado, leído e instruído, y a ser posible que esté al borde de la cincuentena, porque me dice la experiencia (y mi propia cincuentena que se va acercando) que antes de esa decena a uno no le ha dado tiempo a asimilar lo mucho que te puede enseñar la vida, simplemente por vivirla. Alguien que tenga buena pluma: quien escribe bien está acostumbrado a ordenar sus ideas antes de ponerlas en un papel, y a pensar antes de escribir o de hablar, que es importante. Los profesores están bien colocados en esta carrera, y si han hecho una tesis doctoral, que obliga a dedicar muchas horas de estudio a un sujeto casi siempre intrascendente, aún mejor.

    Alguien que se haya dado cuenta que "apelar a la unidad indisoluble de España cuando una parte añora estar disuelta" es un esfuerzo inútil. Alguien que piense que "los hombres y las mujeres son ciudadanos, y que el rango de ciudadano se conquista con méritos y buen comportamiento", porque hay mucho energúmeno que no se lo merece aunque desciendan de la pata derecha del Cid. Alguien que tenga claro que "la religión no puede exceder los límites de la conciencia personal y no puede ser un elemento constituyente del estado". Y de paso, que también tenga claro que el gobierno de la "res pública" (no forzosamente de la república) no debe caer "en manos de pandillas políticas". Alguien que, llegado el momento sepa apartarse de un poder que no le pertenece sino que un pueblo soberano (o incluso sólo una parte de éste, que fueron los que le votaron)  puso en sus manos, enemigo de guerras y enfrentamientos que sólo traen "destrozo que añadir a tantos males"...porque " todos somos hijos del mismo sol y tributarios del mismo arroyo".

    Todos los entrecomillados son de ese hombre que nos haría falta ahora pero que, desgraciadamente, se murió en 1940. Se llamaba Manuel Azaña, fue el último presidente de la República antes de la victoria de Franco, un gran hombre y un gran político. Si quieren saber de estas y otras perlas que salieron por su boca léanse sus diarios ("Manuel Azaña, diarios completos: monarquía república, guerra civil"; Ed. Crítica, Madrid 2000); si les da pereza, léanse simplemente la entrada correspondiente de la Wikipedia; con eso basta para darnos cuenta que es el hombre que España necesita y no encuentra...qué pena de clonación, a veces qué útil sería!

    Y para terminar mi favorita de entre sus muchas citas:
"si en España cada uno hablara de lo que sabe y sólo de lo que sabe, se haría un silencio tal que todos podríamos aprovechar para estudiar"...Y eso que el señor Azaña no conoció el fenómeno tertuliano televisivo...ni Intereconomía, ni a Jiménez Losantos...y pensándolo bien quizás el dicho me lo tenga que aplicar yo también a mi misma!

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