domingo, 2 de diciembre de 2012

Y mañana, lunes

    Una canción para empezar:


    "I don't like mondays", de los Bomtown Rats, publicada en 1979. Resulta que a mi me encantaba esta canción y me encantaba el cantante a pesar de lo feo que es. Y resulta que como en 1979 yo no sabía idiomas, pues no entendía el mensaje que llevaba incluido, ni que el autor (el propio cantante, Bob Geldof) la había escrito haciendo referencia a una chiquilla de 16 años que se cargó a tiro limpio a dos adultos y ocho niños disparando contra ellos en el patio de su colegio por la simple razón  que no le gustaban los lunes...o al menos esa fue la explicación que le dio a la policia. En USA como tienen fusiles en vez de paraguas y abrigos a las puertas de las casas pues lo demás vino rodado.

    Escribiendo un domingo por la noche, se me antoja bastante oportuna la cancioncita. Y eso que yo no tengo especial fijación ni con los domingos que tanta gente detesta ni con los lunes que otros tantos temen. A mí los domingos dejaron de molestarme cuando dejé de tener la obligación de ir a misa y ponerme para ello un traje de jaretas y un abrigo con botones dorados, y de eso  ha pasado ya bastante tiempo. En cuanto a los lunes, me agobia su llegada en esta época del año, cuando hay que volver a levantarse a cero grados y de noche después de dos días de tregua; en el trabajo apenas pienso, lo que más me fastidia es sacar ese pie de la cama para ponerme en marcha a las siete de la mañana cuando aún no ha amanecido. Es más, en otra época pretérita de mi vida, en la que los fines de semana estaban llenos de mocos, pises, cacas, biberones que lavar y calentar y pañales que cambiar, los lunes eran casi una bendición del cielo. Todo es relativo.

    Pero los psicólogos dicen que sí, que existe ese síndrome del lunes, y mediante sondeos y encuestas han establecido que es un día deprimente para buena parte de la humanidad, para la que han establecido que hay 50 % más de probabilidades de llegar tarde que el resto de los días de la semana; una media de 12 minutos de quejas con respecto a la media semanal de 5 minutos y un 30 % menos de productividad laboral.  Perece ser que los lunes la gente en el trabajo no sonríe hasta pasadas al menos tres horas desde su llegada.  La universidad de Exeter en Gran Bretaña va más lejos y le pone hasta un coste numérico a esa bajada de productividad: 93 millones de Libras Esterlinas le cuesta al año la melancolía de los lunes las empresas británicas; no está mal. Quizás ahora, con el paro galopando en todos los países cambie la tendencia y la gente comience a alegrarse de que llegue el lunes y les pille trabajando,  quién sabe.

    No recuerdo quién fue el que dijo que "el domingo a las siete de la tarde la humanidad inclina la cabeza" (y ni siquiera Google me encuentra al autor de esta frase!). Bien,  pues yo, los domingos a partir de las nueve, me leo El País Semanal, miro el pronóstico del tiempo para los días sucesivos por aquello de abrigar a las criaturas (eso sí que me pone de mal  humor) y después, casi todos los domingos, les atizo a ustedes sufridos lectores una entrada para que, al fatídico día siguiente,  desayunen conmigo los muy adictos a Internet y se tomen el café de media mañana los menos enganchados; a ver si así, sin darme cuenta, resulta que estoy haciendo una labor social! Feliz semana para todos, les recuerdo que mañana es lunes.

   

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