miércoles, 7 de mayo de 2014

Es el fútbol, estúpido!

     Vivo en un país que está sumergido en la madre de todas las campañas electorales, porque les ha dado por emplear el sentido común y han juntado un puñado de elecciones (regionales, nacionales  y europeas) que tenían pendientes y las han puesto  todas el mismo día. Aunque no tengo que votar, como vivo aquí y en algún momento algo habrá que afecte a mi vida, me intereso relativamente por sus  políticos,  que me aburren tanto o más que los míos y hablo con sus electores, que están tan hartos de esos politicastros mediocres como lo pueden estar los españoles de lo que tenemos allí. Muertos ya Suarez y Carrillo, con Roca entretenido defendiendo a la Infanta y Guerra y Felipe ya jubilados, me temo que ya no queda nadie en España (y casi me atrevería a decir que en Europa) que tenga las anchas espaldas, la altura de miras y la visión de futuro que el oficio político requiere. Y así, me pregunto a quién se parecen estós Demóstenes de medio pelo, que no saben hilar un discurso, se afeitan  y se tiñen la barba cuando se lo dice el asesor de imagen  y tienen a disposición de su cerebro dos neuronas que no siempre conectan la una con la otra. Qué clase de hechuras hay que tener para dedicarse a este oficio y a quién hay que parecerse para que el sacrosanto partido (otro que se ha ido al garete, pero eso lo dejamos para otro día) decida que pueden lanzarse al ruedo electoral? La respuesta la he encontrado donde menos me la esperaba.

    Llevo un par de semanas siguiendo de cerca la actualidad futbolística; no es que me interese, pero tengo un hijo forofo y le doy conversación, vaya;  y gracias a eso creo que he dado yo solita con el quid de la cuestión: los políticos son como entrenadores de fútbol, se comportan como ellos, les contratan para ganar y les echan cuando los resultados no son todo lo buenos que se espera de ellos, pero mientras tanto ellos ya han conseguido amasar unos milloncejos aquí y allá. Cuando gana su equipo es gracias a las enormes virtudes que ellos han inculcado en  sus plantillas y cuando ,pierden es culpa del arbitraje o de sus futbolistas, que son unos vagos que sólo piensan en ganar dinero. Hay un modelo de tramposo y mal perdedor (pongamos Mourinho) y otro de cateto sabiondo que va de falso modesto (pongamos Guardiola) pero tanto monta,  monta tanto,  al entrenador se le contrata para que gane el equipo como al político se le pone en el cartel para que gane las elecciones, si no, no nos sirve. Rescindimos el contrato y buscamos a otro,  total, en este siglo de la prisa y el marketing a quién le importa ser fiel a sus ideas? futbolísticas y de las otras.


     Habrá que hacerse a la idea que el paradigma futbolístico es el que nos gobierna. Como hasta hace poco el pueblo se repartía entre los partidarios de Guardiola o de Mourinho, y en ese mismo entonces, había que optar por Rajoy o por Zapatero, miedo me da pensar qué modelo de entrenador serà el que tengamos que elegir y votar en la  próxima ocasión .Porque  claro, aquí sólo vale la victoria, aunque tampoco debe ser tan complicado obtenerla,  pues en los últimos catorce años de mi vida como votante, viendo y escuchando  las ruedas de prensa del día después de los partidos políticos, he llegado a la conclusión de que todos, absolutamente todos, han ganado las elecciones y han obtenido un resultado magnífico. O eso piensan ellos...al menos en el fútbol los goles dictan el resultado y dejan claro quién ha ganado el partido. Los políticos huyen de esa claridad y viven autoengañados en su mundo de elecciones victoriosas que no lo son.

    Casi que en el fútbol el panorama es mejor, una vez mandados a paseo los plomazos de Guardiola y Mourinho. Nos queda el Marqués, mi paisano y seleccionador nacional al que, curiosamente,  todo el mundo acusa de no saber nada de fútbol, y lo ha ganado todo con sus equipos. Y últimamente, un señor argentino que dice que lo importante no es el final victorioso sino lo que nos hemos divertido por el camino, o que "la derrota es lo mejor que nos podía pasar". Un señor que se pasa el partido mirando a la grada y pidiendo que animen a su equipo en vez de escupir al césped o insultar al árbitro, que va vestido siempre igual para no llamar la atención y que ha obligado a sus jugadores a que entreguen sus zapatillas a los utilleros en la mano en vez de dejarlas tiradas por el vestuario de cualquier manera. No sé cuánto durará este hombre que atiende por Diego Pablo Simeone y que ha conseguido que un equipo de perdedores profesionales se estén comiendo el mundo a bocados. La última que acabo de leer de las suyas, hace un rato: "los que no crean, que no vengan", refiriéndose al partido del domingo próximo, donde  ya me explicará mi retoño qué es lo que se juegan.  Probablemente durará lo que duren las victorias, porque el fútbol es así de ingrato, y no tiene el chollo de la política, donde uno se puede pasar cuatro (y a veces hasta ocho o doce) años haciendo de su capa un sayo y sin una sola gesta memorable que anotar en el casillero propio.

    Será posible que para las próximas elecciones, alguien se encuentre un Cholo Simeone dispuesto a ilusionarnos a todos incluso si no gana?

    Esta entrada se la dedico a mis lectores y amigos del Atleti, que son unos cuantos y a los que, hasta me dan ganas de unirme, sobre todo cuando veo frases en sus vídeos publicitarios como esa que dice en un bar "si ganamos pon el himno por los altavoces", "-y si perdemos? ", -"con más razón". Toda una filosofía y para mí, todo un descubrimiento.


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