sábado, 17 de mayo de 2014

Preparados, listos...


    Si yo fuera más hábil, mientras que ustedes se leen esta entrada breve de hoy, podría sonar la banda sonora que he elegido, que aunque una no sea aficionada a los toros, no sé por qué razón creo que le pega esta musiquita a lo que les cuento a continuación. Como soy analfabeta funcional, les dejo la música separada de las palabras, que de todas maneras, hoy van a ser pocas. 

    Mañana es el  día de autos,  después de tres meses de correr por las calles, con suerte, buen tiempo y sin lesiones. Un centímetro menos de cintura, dos kilos menos...cada año cuesta más que se disuelva lo acumulado en el invierno, cosas de la edad. Según mi podómetro, mis piernas llevan de febrero para acá más de doscientos kilómetros a paso de galope ligero, y ahora además, por cortesía de mi cónyuge, tengo un aparatejo que mide todo eso con tanta precisión que apenas sé usarlo, y que me cuenta  las calorías que he quemado (muchas) el ritmo al que corro (lento) y me dice con pitidos cuando tengo que andar, cuando tengo que correr y cuánto se me acelera el pulso. No me grita "ánimo, saco de patatas" de milagro, vaya.

    Llevo unos sesenta yogures mañaneros (a veces mi único combustible cuando me echo a la calle) un par de kilos de nueces, un bote de Reflex (huelo a momia casi permanentemente), un par de cajas de galletas energéticas y ahora unas cuantas píldoras de magnesio para evitar las agujetas. Como sustancia dopante me bastan el café, la Coca-Cola Zero y la pasta cocinada con todas sus salsas; por ahora creo que pasaría todos los controles del COI. 

    Este año sigo aplicándome mi lista de canciones favoritas (Playlist que dicen mis hijos) y mi banda sonora ha añadido algún advenedizo más a los sospechos habituales que ya les relataba el año pasado en una entrada titulada "Música para mis piernas". Los nuevos son Tape Five, Pharrel Williams (cómo no!) Quincy Jones y su orquesta y Tony Zenet. Calculo que he tenido que cargar la batería del iPod al menos unas cuarenta veces y que he escuchado la totalidad de las 1.400 canciones que contiene al menos dos o tres veces cada una. 

    Me saludan cada mañana mi vecina desde su ventana, porque ella  pelea en otra carrera más complicada que corre en los hospitales, los empleados del supermercado cercano que salen a la puerta a echar un pitillo y los corredores del barrio que me cruzo en las mismas manzanas y los mismos pasos de cebra a las mismas horas. Y las malditas palomas que se posan en la farola que me sirve para hacer mis estiramientos ya se han cagado (con perdón) un par de veces  sobre mí sin ninguna misericordia. 

    Y con todo este esfuerzo y todos estos números, les aseguro que mis resultados son bastante mediocres, llego hecha  un despojo a la meta y diciéndome que quién me mandará. Y cada año vuelvo...porque en esto de las carreras, como en la vida misma, lo interesante, lo divertido y lo emocionante es prepararse, más que jugar el partido. Porque quiero demostrarme que soy capaz de exprimir el poco jugo de mis músculos y predicarle a mis chicos con el ejemplo: "mens sana in corpore sano"; frase en la que creo más que en cualquier otra cosa creíble. Para mañana, si me dejaran escoger la banda sonora, pondría ésta:



    Cosa que no va a ocurrir porque a los organizadores les gusta Queen y nos toca cada año aguantarnos con el "We are the champions" sí o sí. Y mañana seremos una tropa menguada porque Elvira no está y Esther tampoco; y porque Paule y Nieves este año no corren. Así que David, Paco, Lourdes, Carlos y Alberto, por favor, paciencia con ésta que lo es, la corredora más lenta del hemisferio Norte, no desesperéis, que llegaré, mucho más tarde que vosotros, pero llegaré. Suerte para todos.

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