jueves, 19 de junio de 2014

Carta a un rey que no es mago

    Yo creí en los Reyes Magos hasta una edad que me da  vergüenza confesarla en público. Es más, a día de hoy aún me pregunto cómo es posible que no existan los Reyes Magos y les aseguro que el misterio de la Santísima Trinidad no me quitó ni un minuto de sueño en mi tierna infancia, pero la no existencia de los Reyes, sí. Yo a los Reyes de Oriente les escribía una vez al año unas cartas primorosas, llenas de buenos deseos y mejores propósitos que maquillaban el objetivo de la operación, que era pedir cosas. Como el día de hoy, después de los disgustos futbolísticos, nos ha traído un nuevo rey, me van a permitir ustedes que escriba una carta, un tanto infantil, con el mismo tono ingenuo, como aquellas que echaba en un buzón de correos sin saber que iban a parar a la basura...total, ésta tampoco la va a leer el rey al que va destinada.

    Querido rey Felipe,
en el año que ha pasado me he portado muy bien, ya no te cuento que he dejado de pelearme con mis hermanas y de hacer trampas a las cartas, porque ya estoy mayorcita para esas cosas; pero me porto bien con quienes viven conmigo, ese santo varón de marido y esos hijos que no me merezco. Como se portan bien cuarenta millones de españoles de quienes eres el jefe del estado, no todos residentes en la patria porque la cosa está muy achuchada y muchos han tenido que marcharse a otra parte, donde siguen portándose bien; como se portan bien los seis millones de parados, que razones tienen para hacer travesuras y fastidiarte el día, y no lo hacen. Espero que te acuerdes de ellos y les recuerdes a los que cortan el bacalao (porque tú ahí tienes poco que hacer) que ésto no puede seguir así.
    Me gustaría pedirte unas cosas para mí: unos días más de vacaciones, un poco más de tiempo para escribir, media hora más de sueño al día, un poco más habilidad con el piano y grandes dosis de paciencia; ya ves, unas bagatelas que a tí, probablemente también te harán falta (no sé si lo del piano...) como no eres Mago de Oriente sino Borbón de España, me parece que mis peticiones van a caer en saco roto. Como hacía de niña, quizás tuviera que pedirte unas cosas para los míos, aunque pasada la época de las corbatas para padres y batidoras para madres no sé que le puede traer un rey que no es mago a mis seres queridos; quizás si ellos te estuvieran escribiendo esta carta te pedirían una madre más paciente, o menos gritona, o quizás hasta te pidieran dejar de verme por una temporada, así mejor no darles muchas opciones!
    A tí te van a pedir de todo y por su orden, los niños y los grandes; y al revés que a los Reyes Magos, a tí te piden todos los días del año. Yo te pediría que lleves a tus hijas a una escuela pública, porque si es tan buena como debe ser, la futura reina debe educarse en una de ellas; que te pasees de incógnito como hacía tu padre, pero no en moto y con casco, sino con un gorrito de lana y en el metro de Madrid; que reniegues de la caza en general, y de los cuernos en particular (de caza mayor, menor o de otro género); que sigas comiendo huevos fritos en las tascas y acudiendo a los cines a la última sesión, y que a tu cuñado le caigan los años de trena que se merece si se demuestra que metió la mano en la caja. No hubiera estado mal que en vez de haber censurado a los dibujantes de El Jueves,  te hubieras cargado a Peñafiel, que además dice cosas muy feas de tu señora, ya sé que me estoy chivando, pero es por tu bien. Y ya puestos a sacar fallos, yo hubiera ido hoy a la ceremonia vestido de civil, porque aunque seas el jefe supremo del ejército, el poder te viene del pueblo soberano, no de los militares, porque somos todos nosotros los que te pagamos el sueldo, y nos gustan poco los uniformes, a la mayoría.
    Bueno, termino, querido rey que no eres mago ni de oriente. Si pasas por mi portal, siempre encontrarás una copita de vino (español) unas aceitunas y un poco de agua para tu camello. Espero que el viaje no se te haga demasiado pesado. Y a ver con qué nos sorprendes!
    Un fuerte abrazo,

     La bloguera.

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