martes, 24 de junio de 2014

Familias en 3D

    Hace tiempo que no me meto con la familia, ya saben, esa tan peculiar que tenemos en España compuesta no sólo por tí, tu pareja y tu descendencia, sino también por tus abuelos (todos vivos y dando guerra) un par de tías solteras de elevada edad, unos cuantos primos y primas, varios cuñados, una señora amiga de la familia que vino para pasar una temporada y se quedó para siempre y por supuesto la empleada de hogar que vino del pueblo para ganarse la vida y se quedó a vivir en casa ya jubilada porque no tiene más familiares.  Y por lo que me cuentan mis paisanos, a este concepto tan español de la familia tridimensional, ahora se añaden un perro, dos periquitos y un gato, por lo menos, y esto sí que es una novedad, porque los españoles hasta hace poco éramos poco animaleros: ya teníamos bastante con los parientes. 

    Viene a cuento la familia porque leo en la prensa mañanera que en el Tribunal de Cuentas, institución que controla en la medida de lo posible las finanzas públicas, hay un 10% de empleados que son familiares de un alto cargo. Como tengo a mis lectores por personas inteligentes, no les explico a qué conclusión he llegado, que espero que sea la misma a la que lleguen ustedes. Parece que el Tribunal, que paga a sus funcionarios sueldos más generosos que otros destinos de la administración pública (suponemos que para evitar tentaciones) está organizado en torno a verdaderas sagas familiares donde cada cual es primo o cuñado del vecino de despacho y todos a su vez están emparentados con un ministro, alcalde o presidente autonómico. Y luego nos quejamos de que surjan personajes como Pablo Iglesias! (el de la coleta, no el viejo)  Si llevamos años fabricándolos!

    Y viene a cuento la familia porque pasados estos días de calentón informativo monárquico, me entero que no es lo mismo ser de la Familia Real (con mayúsculas) que de la familia del rey (con minúsculas) y que a las infantas mayores, que a partir de ahora habrá que diferenciar de las viejas (sus ilustres titas hermanas de Juan Carlos) y de las pequeñas (sus ilustres sobrinas) han pasado desde el jueves pasado a la segunda categoría, circunstancia que, habilmente, ese juez Castro de mis amores ha aprovechado para publicar que imputará a la Infanta defraudadora, a quien por revoltosa y pesetera hace tiempo que no dejan salir en las fotos. Curiosamente, en el país de las familias ensanchadas por todas partes, la primera familia del país está cada vez más menguada! Y todo por un asunto de cuñados y cuñadas, finalmente. Y de paso aprovecho para colar la pulla republicana: estoy harta de que la prensa servil y tontuela diga que debemos estar orgullosos de que la nieta de un taxista sea la reina de España...De lo que deberíamos estar orgullosos es de que los nietos y las nietas de los taxistas lleguen a catedráticos de universidad y como mal menor, a presidentes del gobierno; lo demás es cuento o viene por herencia, que es algo tan anacrónico como los propios cuentos.

    Y no quiero terminar por hoy haciéndoles pensar a ustedes que una es tan carca como para pensar que las familias existentes son sólo las que he descrito. Por las tierras que habito, la familia mayoritaria es la llamada monoparental, consistente en un padre (existen) o una madre que crían sólos a sus hijos sin ni siquiera un cuñado que incordie y de paso, que eche una mano. Y existen las familias recompuestas, aquellas en las que se juntan padres, madres, padrastros y madrastras e hijos de varias camadas que a veces se llevan quince años de diferencia y,  que tienen como penitencia que, al llegar la Navidad, acaban hasta los mismísimos porque todo lo tienen que celebrar por partida doble o triple para dar gusto a tanto cónyuge y ex-cónyuge. Y existen las familias formadas por dos padres y dos madres, y parece que no lo deben hacer muy mal porque no salen de ellas esas hordas de hijos trastornados y con conflictos de personalidad que la Conferencia Episcopal nos vaticinaba.

    Y aunque blasfemo de toda esa familia enorme que te encuentras a la vuelta de cada esquina y en la última ciudad del planeta que estás visitando, quizás sea gracias a ella que los dos millones y pico  de niños españoles que viven bajo el umbral de la pobreza, aún viven, aunque sea bajo el dichoso umbral; porque quizás en otras latitudes de familias más estrechas y menos sobredimensionadas, ni siquiera vivirían. Y con semejantes cifras (añádanse que el 46 % de las familias numerosas también bordean ese umbral y que nuestro presupuesto de ayudas sociales para las familias en situación precaria es el más bajo de la UE) cómo pueden hablar de brotes verdes ni de ningún otro color?

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