lunes, 9 de junio de 2014

Pentecostés

    Hoy es fiesta en mi lugar de residencia, Pentecostés para más señas, una fiesta religiosa donde las haya que celebra la venida del Espíritu Santo, exactamente cincuenta días después del lunes de Pascua; es decir, uno más de esos misterios insondables de la Santa Madre Iglesia, que ha permanecido inmutable por los siglos de los siglos y ha conseguido que sea dia feriado hasta en Alemania, Islandia o Noruega,  donde me parece a mí que la venida del Espíritu Santo importa bastante poco. Conclusión: no hay que desestimar el poder de la Iglesia Romana, cuando veo este tipo de fenómenos paranormales que a veces son las fiestas religiosas en los países laicos,  es cuando me doy cuenta. Como además el lunes de Pentecostés es, como su título indica, un lunes, se nos garantiza a los que esperan el Espíritu Santo y a los que nos da igual su advenimiento un fin de semana de tres días que, a pesar de caer en tiempo de exámenes escolares, siempre es de agradecer. Francamente, creo que los descreídos debemos estar agradecidos al calendario religioso cuando nos da algún respiro, al César lo que es del César. 

    En España, reserva espiritual de occidente, miren ustedes por donde no es fiesta (será porque es lunes y no permite hacer puente? ) salvo en ese otro rincón andaluz, reserva de la biosfera (porque está al ladito de Doñana) y también de la espiritualidad arrebatada llamado el  Rocío. Rincón que, si lo visitan  en agosto, como he hecho yo un par de veces, creerán ustedes que están a punto de comenzar el rodaje de "Sólo ante el peligro"; y si van esta semana se encontrarán con algo parecido al "Jardin de las Delicias" (el cuadro del Bosco, recuerdan?) cruzado con una manifestación de tractoristas y con fondo musical de "Los del Río"; y con una traca final que consiste en lo que a continuación les muestro, que la tradición llama "el salto de la verja" y que a servidora, personalmente, le parece una salvajada no muy distante del asalto a un supermercado en tiempo  de guerra. 



    Que me perdonen mis amigos de Huelva (que los tengo y muchos) pero este tipo de jaleos tienen poco de fervor religioso y mucho de arrebato folclórico, que no está mal que exista, pero es otra cosa. Hace unos días, leía en un avión una entrevista de Isabel Preysler para la revista "Vanity Fair" (por cierto excelente publicación que le da sopa con ondas al Hola y donde no salen Belén Esteban  ni la Pantoja) donde ella afirmaba que a pesar de lo mucho que se ha juergueado por todo el mundo, y de las muchas invitaciones que ha recibido para acudir al Rocío, nunca ha ido porque le horroriza la idea de pasarse el día subida en un caballo escuchando sevillanas y encima llegar por la noche a una casa donde hay que compartir un baño con cuarenta personas. Bravo Isabel! tú sí que sabes.

    Ahora que mis amigos rocieros (que también los tengo, no se crean) van a volver a casa con el cuerpo castigado, el bolsillo vacío, la sangre aún rebosante de alcohol y  el hígado hecho polvo, en estas familias que somos casi todas las normales y que nos preocupamos por los estudios de los hijos porque es la única herencia que les vamos a dejar, comenzamos un salto de la verja con triple mortal y tirabuzones: exámenes a todas horas, trabajos por entregar, tardes de sol que invitan a cualquier cosa menos a enterrar la nariz entre las páginas de un libro y muchos nervios para todos. Me pregunto si los niños rocieros (si han visto las imágenes de estos días por televisión, había unos cuantos) se quedan en casa estudiando mientras sus padres se juerguean y llaman guapa a la Virgen  o si aprueban sin esfuerzo porque la Virgen los ilumina...Los míos por lo pronto, se encomiendan a su esfuerzo, su voluntad y su memoria, que me parecen valores más seguros y fiables. Pero ya saben, hay gente para todo...

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