miércoles, 2 de diciembre de 2015

Ensimismados

    Como ha llegado diciembre, los días han dejado de existir y solo hay noches eternas que duran desde que nos levantamos hasta que nos acostamos de nuevo. Son muchas horas de interior y de luz eléctrica (esa que en España con solo nombrarla provoca más miedos que la Agencia Tributaria) que a lo único que contribuyen es a que leamos aún más los que ya leemos mucho. A los que no leen nada no parece que les afecte la falta de luz natural, porque sus cacharros con pantalla están todos retroiluminados.
     Ultimamente caen en mis manos revistas, recortes y lecturas varias sobre el poder de la meditación, el "mindfulness" (que por lo que entiendo viene a ser como rezar el rosario pero sin rosario) la introspección y la preocupación desmedida por el bienestar personal y la conciencia del propio yo. Lo leo todo con atención, por curiosidad intelectual y porque pienso que un poco de introspección, y de intentar dejar de arreglar los problemas de todo el mundo y no acordarme que me  hacen falta unas medias grises o que me duele la cabeza,  no me vendría mal. Después de varias lecturas y de llegar de nuevo al convencimiento de que nuestras abuelas con sus rosarios y novenas fueron grandes precursoras de todos los mantras, yogis y orientalistas varios que han venido después, llego yo misma a la conclusión que el ensimismamiento llevado a la enésima potencia, tiene algo de malsano.
     Me da que la cultura del crecimiento personal, el autoconocimiento y la búsqueda espiritual han llegado a un punto en el que ha sobrepasado sus límites. En tiempos pretéritos se dedicaban a ello monjas de clausura, frailes y eremitas que vivían retirados del mundanal ruido, de sus miserias y sobre todo de sus parientes. Ahora lo de retirarse es tarea difícil, sino imposible, y los que pretenden vivir en instrospección y comunicación consigo están todo el día mirando su página Facebook y mandando Tuiters; una introspección de pacotilla, diría yo. Los ensimismados, viven dentro de una madriguera personal en la que se está de maravilla: no hay que cumplir con horarios (o con los mínimos) no hay que quedar bien con nadie, no hay que respetar los deseos, a veces incómodos de los cohabitantes y sólo hay que cumplir con las apetencias propias porque si hay alguien que entiende a la perfección aquello de "la caridad bien entendida empieza por uno mismo" es el ensimismado de turno. Los ensimismados son como unos genios de la lámpara maravillosa que, sin necesidad de salir de la lámpara para cumplir los deseos de nadie, se han quedado dentro, olvidados del mundo y, según mi modesta opinión, confundiendo la luz con el deslumbramiento.

    He leído mucho ultimamente un blog (los blogueros solemos ser solidarios entre nosotros) que escribe una tal Pilar Jericó  y a veces aparece en "El País"; se titula "Laberinto de felicidad" (www.pilarjerico.com) y tiene el mérito de explicar con palabras sencillas y llamando al pan, pan, muchos de los mitos de la búsqueda de la felicidad; y de modo científico, porque es psicóloga, cosa que yo no soy. Ella asegura que "la rumia mental", que es eso que a mi me pasa y que se me pasa solo a veces gracias al jogging y a este blog, es necesaria tanto o más que ese estado de paz interior que las modas introspectivas nos proponen y que es casi imposible de obtener más que metidos en una caja de pino y camino del cementerio. Finalmente, analicen la palabra: "ensimismados" contiene dentro "en-sí-mismos"...No me convence.

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