martes, 22 de diciembre de 2015

Que la fuerza nos acompañe

    Llámenme ingenua pero yo, contrariamente a la prensa nacional, y a mi madre y sus amigas, no estoy en absoluto preocupada por el resultado de las elecciones y al contrario, contemplo con enorme interés todo lo que se nos viene encima; creo que el parlamento se va a convertir en un lugar interesante, el rey Felipe va a justificar por primera vez el sueldo que le pagamos todos los que votamos (y pagamos) y con un poco de suerte, los jóvenes aprenderán de una vez lo que es la democracia, esa que creían ellos que es gratis y la reparten con el Pan Bimbo. 

    La lotería no me interesa lo más mínimo porque como ya les he contado varias veces en varias entradas navideñas de este su blog, no juego; no por convicción moral sino por distracción y por no tener el hábito de hacerlo; y porque creo que en la vida ya me ha tocado unas cuantas veces, así que para qué forzar la suerte. Así que, este tema, finiquitado también. 

   Para celebrar que ya casi estamos de vacaciones, ayer me eché a toda mi familia al hombro y algún añadido y me fui a ver "Star Wars VII", acontecimiento que llevaba ansiosamente esperando, mucho más que el cambio de gobierno y el Gordo navideño juntos. Por el camino le hice un resumen a mis familiares menos abducidos por este serial, nos tragamos una cola de casi una hora y cuando nos sentamos en las butacas del cine y empezaron a desfilar esas letras amarillas que tanto han contado para los niños de mi generación, creí que ya, sin ayuda de la Yihad islámica, estaba en el paraíso,. Y ni les cuento las dos horas que trascurrieron a continuación, gracias a las cuales, lejos de salir desencantada puedo afirmar que he vivido el mejor momento cinematográfico de este año. Ya ven con qué poco me contento. Y por lo que leí en la prensa los días pasados, a Pablo Iglesias le debe haber sucedido tres cuartos de lo mismo, pues  empleó el único día libre que va a tener en mucho tiempo en ir a ver esta película. Vayan a ver el séptimo episodio de lo que los de mi quinta conocimos como "La Guerra de las Galaxias" (antes de que llegara el inglés arrasándolo todo) lleven a sus hijos y a sus amigos y parientes, y si hay quien se resiste, cuéntenles que se van a quedar fuera de todas las conversaciones en las interminables sobremesas navideñas, o amenácenles con ración doble de langostinos congelados, que tanto da.

    Yo como ya he conseguido ver mi película favorita, considero que ya estoy en paz conmigo misma y con los deberes cumplidos, y deseo que la fuerza me acompañe para este último tramo del año y que acompañe a todos aquellos que la van a necesitar. No, no, no piensen que en esta mi particular plegaria navideña me estoy acordando de los políticos, del Rey o de las madres de familia y sus horas en las cocinas de Nochebuena. Me acuerdo de los refugiados, que siguen acampando en muchas esquinas de nuestras ciudades, con este frío y esta humedad, y encima hay quien les acusará de terrorismo. Me acuerdo de los niños de la escuela de mi amigo Claudio en Haití, que está pasando la Navidad con ellos y vigilando que todos los fondos que mandamos para construir cocina y sanitarios y para que coman caliente una vez al día han llegado a buen puerto. Me acuerdo de los parados que siguen y seguirán parados sin remisión porque en el fondo ningún partido atina a dar con la solucción a esta peste. Me acuerdo de los enfermos muy enfermos que quizás sepan que esta será su única Navidad; de los niños que trabajan cosiendo balones Nike y ropa para Primark y de los policías que mueren haciendo un trabajo por el que cobran en un mes lo que un broker en unas horas. Y me acuerdo de mi padre, que le gustaba mucho la Navidad, principalmente porque era muy glotón. A todos ellos, los que están y siguen peleando, no sólo Feliz Navidad, sino principalmente, como los caballeros Jedi: que la fuerza nos acompañe.

 
 
    La vamos a necesitar. 



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