lunes, 25 de enero de 2016

Será que me quieren?

    Decididamente, Facebook es para carrozas como la que esto suscribe. Cuanto más visito los perfiles de mis amigos y los comparo con los de mis hijos  y los suyos (que no les hacen i caso) más me afirmo en esta idea. La verdad, es comprensible que los adolescentes en la flor de la hormona rechacen pertenecer y ser activos en una red social en la que sus padres se pasan la vida poniendo fotos, frases redichas, más fotos de gatos y perros, artículos de la prensa casposa y recetas de cocina. Y eso, cuando no salen celebrando cumpleaños o fiestas navideñas o les da por felicitar en vivo con poesías y todo al retoño que cumple años o se ha graduado en sus estudios. A ver, queridos amigos, a cuántos de ustedes les hubiera gustado que sus padres se presentaran en la puerta del colegio el día del cumpleaños con una pancarta que pusiera "te queremos" y una tarta con velas? No nos damos cuenta pero, salvando las distancias cronológicas y digitales, es lo que hacemos nosotros. 

    Que conste que con estas fotos estoy tirando ejemplarmente la primera piedra sobre mí misma. No suelo colgar muchas fotos en la red porque para empezar, soy un desastre haciéndolas, tengo un teléfono que parece una Instamatic de aquellas que te regalaban por la comunión y, ahora viene lo bueno, no sé muy bien cómo hacerlas llegar al muro de Facebook. Ahora bien, reconozco, que cuando pisé el Machu-Picchu, avisté la Casa Blanca y cumplí cincuenta primaveras, no paré hasta conseguir proclamarlo fotográficamente al mundo mundial a través de la Red. Soy tan banal como cualquiera, a pesar de estar leyendo en estos momentos los sonetos de Shakespeare, las memorias de Jean Monnet y un ladrillo de Umberto Eco llamado "Il cimitero de Praga" que hace que las memorias del padre de Europa parezca un capítulo de Batman al lado suyo. Ni sé si podré acabarlo. 

    Valga toda esta introducción para proclamar mi sorpresa ante las reacciones que ha provocado este fin de semana una foto mía en mi muro. Foto hecha con indudable maestría y cariño por quienes ustedes se imaginan, al amor de la lumbre de un restaurante de pueblo a donde fuimos a parar una cruda  tarde de invierno tras habernos machacado las costillas por razones que ahora no vienen a cuento. Yo me veo pálida y ojerosa, y noto que las patas de gallo que presumía de no tener ya han venido para quedarse, pero al menos una treintena de personas me dicen que les gusta la foto y me llaman guapa en dos o tres idiomas, lo cual no deja de sorprenderme a mí, que me crie a la castellana sin un mal piropo que echarme a la cara, contrariamente a las que se crían en Sevilla, donde hasta las vírgenes acartonadas salen a la calle al grito de "guapa!". Y tanto más me sorprende cuanto yo no soy aficionada a poner piropos en las fotos de los demás, porque me da la impresión que los muros de facebook se han convertido en un "y tú más" del piropo fácil. Está visto que los usuarios de facebook son más generosos en el elogio en la red que en la vida real. 

   Quizás sea ese el éxito del invento, aunque si han visto ustedes "The social network" (a saber cómo la titularon en España) la idea era otra. Y quizás por eso nos gusta tanto a los que ya hemos cumplido cuarenta, porque nos presenta un lado amable del invento digital y pantallero más que esa amenaza de la que le hablamos sin parar a nuestros hijos: esa red llena de pedófilos al acecho, acosadores varios y timos en serie. Como nosotros ya somos mayorcitos, se supone que sabemos distinguir el mal del bien y no tenemos que andar con tantos miramientos y además, Facebook es lo mejor que se ha inventado para subir la moral al prójimo desde que se inventó la hipocresía burguesa, que tampoco está mal. Yo, en la foto de marras me veo arrugada, cansada y peligrosamente parecida a mi madre, pero todo el mundo me encuentra genial; y que conste que la treintena de personas que así opinan son muchas de ellas lectoras de estas líneas,  así que vaya para ellas mi más profundo agradecimiento. Como pienso (es más estoy segura) que es imposible que todos me encuentren tan guapa, me digo a mí misma que me quieren, y la verdad, casi lo prefiero. 

    Ya lo ven, Facebook es para carrozas, sobre todo para aquellos que buscan el cariño ajeno, que a nuestras edades somos casi todos. Nuestros adolescentes ya se procuran el cariño por otros medios o quizás a sus tiernas edades no lo echan tanto de menos; con esa gente nunca se sabe...Y ahora, a hincarle el colmillo a la novela de Umberto Eco a la que le doy dos noches más para convencerme que la siga leyendo, que yo antes a los libros (como a las personas) se lo toleraba todo pero ahora ya no soporto que me aburran!

No hay comentarios:

Publicar un comentario