jueves, 10 de noviembre de 2016

El día después de mañana

    Tenía yo una entrada escrita que titulé "Mañana será otro día", que visto lo que he escrito últimamente, ya se imaginarán ustedes por donde iban los tiros. La he roto en mil pedazos, literalmente, porque la había escrito en un papel, yo soy así de antigua: muchas veces (las más) hago borradores a mano de las cosas que aquí van saliendo a máquina. Y la he roto porque en ella, como la mitad del planeta hizo ayer,  lamía mis heridas de la oportunidad perdida y alzaba mi voz en desierto mediático y de Intenet para clamar como aquél:  "Dios mío, Dios mío, porque me has abnadonado"; a veces las frases bíblicas vienen muy bien incluso para los agnósticos. Pero no leerán ustedes ni media palabra de "Mañana será otro día" porque ya bastante hemos leído, publicado, compartido y retuiteado sobre el loco del pelo teñido y mi adorada Hillary. Punto y aparte. Por cierto aprovecho para decirlo por última vez,  porque como mañana, efectivamente,  fue otro día, ya no tiene sentido que siga con este Mantra: I love you, Hillary. Y eso que soy mujer, blanca, trabajadora y cincuentona, que es el perfil de las votantes que, por lo visto,  la odian y no la han votado. 

    Y como el mañana ya está aquí, y nadie, excepto Michael Moore, los Simpson un tal  Allan Lichtman (profesor norteamericano de historia que lleva 32 años prediciendo quién será el presidente sin equivocarse) nadie, insisto,  lo veía venir, pues más vale que pensemos en el día después de mañana, que no va a ser pasado mañana, desgraciadamente, porque este mañana negro y con nubarrones ha venido para quedarse por lo menos cuatro años. 

    En situaciones como ésta hay dos posibilidades: nos quedamos sentados llorando o nos remangamos lo que haga falta, en sentido real y en el figurado. Como dice mi amiga Toya, que además vive en USA y va a tener al innombrable gobernando sus días y sus noches: ya no basta con votar, ahora hay que militar. Y para militar, podemos empezar con decir alto y claro, que la democracia es peligrosa, que Hitler salió de unas elecciones libres en un país libre y que la gente, somos todos;  y que todos, con un voto en la mano, somos igual de peligrosos. Que para opinar hay que votar, educar, participar, no defraudar (para empezar, a la hacienda pública) leer más y mejor para opinar y desengancharnos un poco de Internet, que nos dice lo que tenemos que ver y leer y que con sus logaritmos nos tiene puesta una venda en los ojos. Yo misma recibí en julio de un amigo las predicciones de Michael Moore, llamé a mi amigo "agorero" y me parecieron imposibles...Evidentemente porque no era lo que yo quería leer ni oir. 

   Y termino porque como dijo el insigne Gracián: "lo bueno si breve"... Se acordará alguien de Gracián? Lo habrán leído esos que predican en las plazas, los foros y los parlamentos? Yo sí; me acuso. Y tiene una frase maravillosa dedicada a los políticos de su tiempo: "por grande que sea el puesto, ha de mostrar que es mayor la persona". Donald, me oyes?

  

No hay comentarios:

Publicar un comentario