lunes, 7 de noviembre de 2016

I'm With Her

    Pues sí, queridos lectores, yo estoy con ella. Tal y como lo dice el título en inglés (que es el eslogan principal de su campaña) y tal como lo siento yo misma. Y aunque amigos, lectores y conectados de Facebook me dicen que padezco el síndrome de Estocolmo desde que he pasado mis dos últimos veranos en USA, nunca mi elección ha sido más lúcida y voluntariosa:  estoy con ella. Con quién? Con Hillary, por supuesto. Y no niego el síndrome de Estocolmo, pero les aseguro que a partir de mañana, a los europeos nos va a afectar, y mucho,  que a ellos les gobierne una mujer con treinta años de servicio público a sus espaldas, o un loco de pelo teñido, racista y evasor de impuestos. Si tienen ustedes otra descripción mejor, aquí estoy, soy toda oídos. 

    Como tengo el síndrome de Estocolmo, en los últimos meses he convertido al New York Times en mi diario de cabecera, veo la CNN y la NBC, sigo los programas de Elle deGeneres y Jimmy Fallon y las crónicas de Paul Krugman, Maureen Dowd y Bárbara Probst Solomon. Todo ello es periodismo serio y todos ellos son personas inteligentes que se han molestado en explicarme a mí, y a unos cuantos millones de europeos lo que nos jugamos en esta elección, y ninguno de ellos dice que Trump sea el candidato que nos convenga...Por qué será? 

    El presidente norteamericano tiene muy recortados sus poderes en política interior. Depende en buena medida del color del Congreso y el Senado para sacar adelante sus leyes, y me temo que, en esta ocasión, los Republicanos estarán al mando de la plaza, poniéndole a mi querida Hillary todos los bastones entre las ruedas del carro presidencial que sean posibles. Pero el presidente negocia tratados internacionales, nombra embajadores, establece relaciones diplomáticas, tiene el botón de mandar misiles debajo de su almohada y es el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas mejor equipadas del planeta: de verdad piensan ustedes que no nos importa quién gane esa elección? Se imaginan a Trump mandando cohetes explosivos a Siria al mismo tiempo que se peina el flequillo? Yo sí, y por eso me preocupa. 

    Y luego está la cosa feminista solidaria, que los vejestorios como yo solemos apoyar. Ya lo sé: es fría y calculadora, su marido se la pegaba con toda falda y par de piernas que veía y ella le perdonó solo para hacer carrera política; confunde el correo electrónica de casa con el del trabajo, probablemente no sepa hacer ni un huevo frito, es carrierista, votó a favor de la guerra de Irak y sacrificaría a los suyos (sobre todo a Bill) a cambio de sentarse en el despacho Oval. Me pueden explicar ustedes cómo una mujer nacida en 1947, criada en un barrio de clase media-baja de Chicago hubiera podido hacer carrera de otra manera que siendo fría, calculadora y empecinada? Ahora también le ha dado por vestirse como Angela Merkel, pero esperemos que se le pase.

    Por otro lado, es inteligente, luchadora, jams se rinde y se sabe la administración al dedillo como para no ser un juguete roto en manos de los funcionarios de Washington. Es abuela de dos nietos, y ya se sabe que los padres a veces nos equivocamos con los hijos, pero siempre desean un mundo mejor para sus nietos. Si eso se traduce en menos Dióxido de Carbono y unos cuantos millones de americanos más con seguro médico, bienvenida sea. Y ya si no les convenzo con todos estos argumentos, les diré como al del chiste:  qué prefieren, susto o muerte? 

   Les dejo con el último video que me ha llegado de su campaña, me parece hasta poetico, sabiendo que se lo dedica a  su madre, una niña abandonada en los años 20, que salió adelante limpando casas. Y prometo no darles ms la tabarra con Hillary;  y a mis amigos americanos, que aprecio y sé que la han votado, les deseo que en los próximos cuatro años tengan un presidente a la altura de lo que se merecen, no menos. 


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