miércoles, 4 de enero de 2017

Bienvenido, Año Nuevo

    Para no romper la tradición bloguera que he instaurado yo misma, escribo la primera entrada del año un 4 de enero, siguiendo el ejemplo de Isabel Allende (y salvando las distancias) que siempre empieza a escribir sus libros un 8 de enero, y si se le pasa la fecha, no los empieza. 

    Como todos ustedes, yo también estoy de resaca navideña, con el agravante de  que  he empezado a trabajar y en mi tierra de acogida no se celebran los Reyes Magos ni se come Roscón;  así que les llevo ventaja a unos cuantos de mis lectores en cuanto al bajón sentimental post-navideño y los buenos propósitos de temporada, entre los que se incluyen  adelgazar, ordenar los armarios  y aprender inglés. Yo, sólo me tengo que concentrar en el primero de ellos, por suerte.  No es que sea una necesidad acuciante, pero ayer me hice las rebajas por necesidad (ésta sí era acuciante, festejos familiares me obligan) y acabé comprándome una talla 46 de la que no creo ser merecedora. La amabilísima vendedora de tienda lujosa me aclaró que en realidad era una 42,  pero no sé...Me daba jabón para que me llevara el traje (seguro) o al diseñador se le ha ido la olla y miente con las tallas (probablemente) o en contra de mis principios he entrado en uno de esos palacios del consumo que fomentan la anorexia adolescente? debe haber de todo un poco, y en lo que la duda me corroe, a comer verduritas hervidas. 

    No les voy a contar que he sobrevivido a la Navidad, porque la he disfrutado cada minuto que pasaba. Con muchas y variadas emociones qe iban desde ver cómo sale el Gordo por la televisión de un bar de Facultad (y celebrarlo aunque no le haya tocado a nadie de los presentes) hasta pasar diez horas dándole conversación por turnos familiares a nuestra tía con demencia senil. Tanto he disfrutado de los langostinos congelados como de descorchar botellas de vinos varios, unos mejores que otros; de comprarme una cama el día de Nochebuena cuando todo el mundo compra regalos para el amigo invisible, como de celebrar que este año, el amigo invisible que me tocó acertó como pocos,  y me ha regalado unas super zapatillas para correr y pulverizar récords a la vez que permitirme bajar de esa talla 46 de pacotilla. He disfrutado de mi familia, suficientemente grande o pequeña (según se mire) como para que nos llevemos bien;  y de mis amigos, a quienes adoro y les pondría un piso a cada uno.
     Y con tanto disfrute se me han olvidado los sinsabores esos que nos ha dejado el 2016 y que lo han convertido oficialmente en un "anus horribilis", según Facebook y quienes lo suscriben. Pues la verdad, no me parece que el 2016 haya sido un año tan malo, aunque nos haya dejado en prenda varios atentados terroristas (algunos me han pasado muy cerca) y a Donald Trump a punto de coger las riendas del planeta y merendárselo junto a su amigo Putin. Y no será porque una es optimista enfermiza, que lo soy, pero creo el 2017 nos va a traer varias oportunidades de demostrar que los humanos aún merecemos la pena: se acabará el roaming telefónico en Europa, quedará demostrado en pocas semanas que Trump es un incompetente, subirán los tipos de interés, ningún partido tiene mayoría absoluta en el Congreso, se firmará por primera vez en la historia de la democracia una ley de educación consensuada y con ánimo de perdurar,  y puede que hasta se case Isabel Preysler, esta vez con un premio Nobel, que es lo que le falta en su currículum. 

    Y si con eso no tienen bastante aquí van otras perlas: saldrá la sentencia de Urdangarín y por fin veremos si la justicia es igual para todos, como proclama su regio cuñado;  estrenarán el capítulo VIII de Star Wars y veremos reaparecer a  la princesa Leia (que en paz descanse); los de Podemos se pelearán entre ellos y demostrarán que son un partido como cualquier otro, y el paro bajará dos décimas, que ya es mucho si no sube de nuevo. Quieren más cosas? Vamos, vamos, no sean codiciosos, en un mundo plagado de malas noticias y de gente que disfruta comunicándolas, no está nada mal que en un solo día seamos capaces de juntar media docena de las buenas, no les parece?  

    Yo espero mucho y bueno  del 2017, a pesar de que es un año impar y que el 17 es un número feo donde los haya;  pero como todo eso son supersticiones personales, me conformo con que sea un buen año para vivirlo en paz con mis seres queridos y otro tanto les deseo a todos ustedes, que a lo mejor tienen expectativas ms altas que las mías, no digo que no. Va a ser un buen año, seguro, y si no lo es, pueden matar al pregonero (esta que lo es) o por lo menos, de aquí a doce meses, discutírmelo. Feliz Año Nuevo para todos!

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