jueves, 7 de febrero de 2019

Relator, Terminator

    Es  una pena que en estos tiempos de concursos televisivos  a tutiplén no hagan uno de "rasgarse las vestiduras" (el entrecomillado es mío) así como suena. Si fuera un certamen internacional, o incluso  vamos a dejarlo en simplemente europeo, el ganador sería un español, fijo. Si me obligan ustedes a utilizar el lenguaje inclusivo puedo reformular la frase: el ganador sería un español o española. Nadie nos supera en esta capacidad nuestra de enojarnos en masa, transmitir el enojo (las redes sociales ayudan, claro) y conseguir en un pispás que miles de ciudadanos salgan a la calle a protestar, firmen manifiestos y el tema que produce la indignación se convierta en titular de periódico, trending topic en Twitter y objeto de pregunta parlamentaria. Vista la cosa a más de mil kilómetros de Madrid, una puede ser solidaria con buena parte del cabreo nacional y de las vestiduras rasgadas, pero también me resulta inevitable hacer apuestas conmigo misma sobre cuánto durará esta vez el arrebato...

    El gobierno suele ser blanco de las iras ciudadanas y de sus vestiduras rasgadas, cosa lógica por otra parte; aunque insisto, no sé si siempre estas vestiduras se rasgan por la causa que verdaderamente lo merece. Que dicen ahora que para hablar con los catalanes hace falta que haya un relator presente, que según el diccionario es "persona que relata o refiere lo que sucede" y que decimos los demás, empezando por Felipe González y de ahí en adelante, que España no es Burkina Faso (ruego a los burkineses que de casualidad me lean, que me perdonen) y que no estamos haciendo la paz con la guerrilla. Que somos un país con una democracia consolidada y que los catalanes, incluso hablando todo el rato catalán, no necesitan un señor que de fe de lo que están hablando, a lo sumo un intérprete, vaya. Yo también estoy de acuerdo, y añado: no sé por dónde ha venido lo de "relator" en vez de mediador, que yo creo que ese sí que hace falta, aunque nuestro orgullo nos impida reconocerlo. 

   Que no necesitamos un mediador? Vaya que sí. Como lo necesitan  los taxistas para hablar con los propietarios de los VTC, y darse cuenta que trabajo hay para todos; como lo necesitan los propios catalanes para ponerse de acuerdo entre ellos, que ya sería un buen principio; o los venezolanos, porque hay que echar a Maduro de alguna manera,   que por las buenas no quiere  y por las malas costaría muchas vidas humanas. Le hace falta un mediador a la Iglesia Católica, para poner firmes a todos esos curas que siguen abusando de niños y no tan niños y luego se hacen perdonar confesando sus pecados; lo necesita el parlamento británico, para dejar de vociferar y permitir que alguien les explique claramente los pros y los contras de ese despropósito llamado Brexit; lo necesitan muchos matrimonios, incluso los que aparentemente son felices, y la señora Obama ya ha contado en su libro cuán útil le resultó a ella en un momento dado. Lo necesito yo para hablar con mis hijos, que a veces en vez de mis hijos parecen alienígenas de paso por el planeta tierra, y a ellos, probablemente yo les parezca un brontosaurio resucitado.

    Todos necesitamos mediadores porque hemos perdido el arte del diálogo y la conversación, y sobre todo uno de sus componentes esenciales: saber escuchar. Antes los abuelos pasaban las largas tardes de su jubilación en unos lugares (bares, casinos, círculos de labradores) donde se organizaban tertulias; ahora esos mismos abuelos reclaman ser parte de un grupo de Whatsapp con sus parientes. Hemos perdido el arte de la conversacion y por ende, el del diálogo, porque ya sólo somos capaces de dialogar con una pantalla por medio, que además emite todo tipo de pitidos y alertas para indicarnos que nuestro vuelo a Mallorca ha bajado de precio, la foto que colgamos en Instagram ha llegado a los cien "likes" y de paso nos da los resultados de la Liga y la cotización de las acciones del Banco de Santander. Con ese contexto, cualquier diálogo es de sordos, y en ese caso, sean bienvenidos los mediadores y relatores que del mundo han sido. 

   Que el gobierno se ha dejado meter un gol por toda la escuadra no lo dudo. Que algún tipo de conversación hay que iniciar con estos nacionalistas pelmazos (este adjetivo viejuno creo que es el que mejor les cuadra) también. No creo que necesitemos para ello un relator, ni tampoco que la existencia del mismo sea objeto de rasgarse las vestiduras hasta donde nos las estamos rasgando. Buscando palabras, no muy castellanas pero ya de uso común, lo que necesitamos es un Terminator, que nos haga callarnos a todos y nos ponga sentaditos en círculo en la misma habitación, obligándonos a levantar la mano antes de hablar aunque sea bajo amenaza de una pistola con láser. Y los teléfonos, tabletas, y aparatos que midan sondeos de opinión, todos a la basura. Quizás entonces haya llegado el momento de hacer política.

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