lunes, 4 de marzo de 2019

Postales del interior

   Como de costumbre, unas cuantas pinceladas después de pasar una semana en mi casa del pueblo, aquella que, tantas veces he dicho, ni es casa ni está en un pueblo (pero a mi me gusta llamarla así) sino en una ciudad castellana que ha perdido 15.000 habitantes en doce años, siguiendo la tendencia de tantas otras ciudades del interior de España que son culpables de ser ciudades de interior y no ser Madrid. Léanse « La España interior » de Sergio del Molino, que no sé ya cuantas veces se lo he recomendado. Mi ciudad va a perder un diputado en el Congreso si sigue esta tendencia, porque se despuebla, aunque en el ranking de ciudades españolas elaborado por el BBVA y publicado en estos dias, tiene una de las mejores calidades de vida en cuanto a longevidad de su población, calidad del aire y asistencia sanitaria; tres cosas que no son precisamente una tontería. Aunque me pregunto qué define el BBVA como « calidad de vida » cuando estos aspectos no cuentan y resulta que las mejores ciudades para vivir en España (según ellos) siguen siendo  Madrid y Barcelona a pesar de que les critican su excesiva contaminación, su excesivo trafico,  su falta de plazas escolares, el elevado precio de la vivienda y la falta de asistencia sanitaria de proximidad...Está claro que la calidad de vida es un concepto solo aplicable para aquellos que pueden pagarla a precio de oro, no una obligación de los gobiernos para con sus ciudadanos. 

    La publicidad española en general, y la radiofónica en particular, sigue maravillándome: un laboratorio de análisis clínico se ha convertido en una « unidad de toma de muestras »; un banco muy conocido y de color rojo en los anuncios, promociona la « Autonomoxicilina » como « medicamento relajante para trabajadores autónomos »  y la gasolina no basta con que sea gasolina sino que « tenemos la gasolina de mejor calidad del mercado »...Será perfumada?  Frente a estos rodeos léxicos, en casa de mi madre hay un cartel en el portal que dice con todas sus mayúsculas: « antes de tender la ropa hagan el favor de escurrirla ». Esas mayúsculas y el color rojo del cartelito estaban pidiendo a gritos un « coño! » final que no aparece pero se sobreentiende.

   María Sánchez es una señora veterinaria que además escribe, y bastante bien. Se ha hecho famosa de repente por un libro llamado "Tierra de mujeres" que me he dicho que caerá pronto en mis manos. En él habla del mundo rural y de sus mujeres, mayormente en esa España interior olvidada de todos, donde las mujeres habitaban el olvido aún más que los hombres si cabe. Lo he hojeado con cierto detenimiento en una de las muchas librerías de mi ciudad (que además de tener muchos cines también tiene muchas librerías y no sé si el BBVA se ha dado cuenta)  y he redescubierto palabras tan bonitas y tan poco usadas hoy como "tabardo", "garabullo", "piporro", "chícheres" o "empollo". Muchas de ellas fueron parte del vocabulario de mi infancia recia y castellana; vayan ustedes a Google a ver si las encentran!

   Hablando de Castilla y de palabras, voy a Madrid para coger el avión de vuelta en el casi único tren que nos han dejado en nuestra provincia y que afortunadamente es veloz y sólo tiene una parada, en una estación de nombre literario: "Segovia-Guiomar". No falla, de cada tres veces que cojo ese tren, en dos al menos hay alguien en mi vagón que se pregunta por qué le habrán puesto ese nombre a la estación... E incluso le añaden algún epíteto: "ese nombre tan raro" o "tan cursi", etc. Ya he conseguido retenerme y no dar explicaciones, lo que es un avance en mí, y a ustedes, queridos lectores, a quienes tengo por cultos les dejo una muestra de los versos dedicados a Guiomar,  porque ustedes saben, no?

Todo a esta luz de abril se transparenta;
todo en el hoy de ayer, el Todavía
que en sus maduras horas
el tiempo canta y cuenta,
se funde en una sola melodía,
que es un coro de tardes y de auroras.
A ti, Guiomar, esta nostalgia mía.







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