sábado, 17 de diciembre de 2011

Ande, ande, ande!

    Mañana voy a celebrar la Nochebuena con mis amigos, porque  somos expatriados y cuando llegue el día D estaremos todos volviéndola a celebrar con nuestras familias patrias. Espero que no me quiten el gusto de cantar unos cuantos villancicos a grito pelado y con acompañamiento de botella de anís, que es como suenan bien. Ya lo dije en otra parte de este blog, a mí me gustan los villancicos, sobre todo si los canta Bing Crosby, y sobre todo si no me los imponen por megafonía callejera. Me temo que si voy a España estas vacaciones de lo segundo no me voy a librar. 

   Esa manía de aporrearnos los oídos con escolanías de niños gritones que cantan villancicos mientras nosotros vamos tranquilamente a comprar el pan o a tomarnos una caña,  nos ha quitado a todos con los años el gusto de oir y retener unas canciones que de pequeños cantábamos  con  pasión para regocijo de nuestros mayores ;hago un inciso: alguien de mis coetáneos ha intentado explicarle a sus hijos qué es una zambomba? y cómo hay que hacer para que suene? se cierra el paréntesis. Decía pues, que a fuerza de levantarnos dolor de cabeza con" los peces en el río", los alcaldes y concejales de fiestas han conseguido que asimilemos los villancicos a un hilo musical petardo al que no le prestamos atención: podrían intercalar el "waka-waka" entre los susodichos peces y "a Belén pastores" y ni nos daríamos cuenta. 

    Pues aquí estoy yo para hacer la reflexión que se merece, porque en  los villancicos abundan estrofas que no tiene desperdicio: 
- "esta noche es Nochebuena y mañana es Navidad, saca la bota María que me voy a emborrachar": se nos ve el plumero, de largo. 
- "arre borriquito, arre burro arre, date mucha prisa que llegamos tarde": este también nos retrata antropológicamente, y de ello se dió cuenta mi media naranja, un día que  llevábamos puesto  el disco en el coche para que no berrearan las criaturas y, evidentemente, llegábamos tarde a algún lado...
- del mismo "arre borriquito", les dejo esta estrofa imponente, sobre todo para estos tiempos, que se ve que ya se repitieron en el pasado: "en la puerta de mi casa voy a poner un petardo, pa reirme del que venga a pedir el aguinaldo, pues si voy a dar a todo el que pide en Nochebuena, yo si que voy a tener que pedir de puerta en puerta". Alegato contra la caridad cristiana. 

   Hay uno que empieza con "dime niño de quién eres", lo cual demuestra que lo del misterio del nacimiento de Jesús no dejó indiferentes a los creadores de nuestras canciones populares, sobre todo porque la explicación es aún más inquietante: "soy de la Virgen María y del Espíritu Santo"...ya decía mi padre con razón que San José sólo pudo haber uno en la historia... Dejo para el final mi adorado "los peces en el río" que es pura poesía de Rubén Dario (la Princesa está triste, qué tendrá la princesa...):
-"la Virgen se está peinando 
entre cortina y cortina
los cabellos son de oro
el peine de plata fina"

    Lo de adorado lo digo en serio, debería haber una ley que impidiera a Los Pitufos, Shayla Dúrcal o los Gipsy Kings hacer versiones de este monumento del cancionero popular. Y para monumentos del dicho cancionero dejo dos que marcaron mi infancia, uno por imposición de la tele de entonces, cuando no podiamos cambiar veinte veces de canal:


     Y otro por imposición de la madre de todas las multinacionales, que por algo lo será, y que tiene unos creativos publicitarios que valen su peso en oro:


    Y mañana, todo el mundo a cantar! Feliz Domingo. 

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