jueves, 1 de diciembre de 2011

Más barato que el Prozac

    Mi hija pequeña me recuerda esta mañana que hoy es 1 de diciembre y que aún no hemos comprado el calendario del Adviento, que no es algo que sale en el Canal Disney, sino un invento de países nórdicos donde en cada día del mes de diciembre y hasta el 24, hay una ventanita de la que sale una chocolatina. De repente me da un ataque de pereza infinita y se despierta el oso cavernario que quisiera vivir en mí en estos días del año, en los que a las cuatro de la tarde empieza a caer el sol, por las mañanas nos levantamos a oscuras, el termómetro comienza a bajar hasta cero y te dan ganas de ir por la calle preguntando si alguien nos cortó la luz del día por falta de pago. 

    Es difícil sobrevivir anímicamente a las primeras semanas del mes de diciembre, y que conste que a mi me gusta la Navidad (véase mi entrada del 23 de noviembre) y que no le tengo miedo a la dichosa semana de fiestas que sirve de colofón a los días cortos y tristes. Y que me queda alguna remota esperanza de que me toque la lotería en el único décimo que juego cada año, y que como no me gusta el turrón, no suelo engordar con las fiestas, aunque siempre acabo con acidez de estómago. Pero a pesar de mi optimismo básico y un tanto pueril, yo también necesito algo que me de un subidón para afrontar las noches eternas que duran hasta febrero (no se qué sería de mi si viviera en Suecia) y ya que prefiero el cine a las medicinas, aquí les presento mi píldora mágica, no cuesta nada probarla.



    Sí, sí, no se me echen a reir, la mal llamada en español "Sonrisas y lágrimas", vaya usted a saber por qué. No conozco otra película en la historia del cine americano que me ponga de mejor humor, me deje en paz conmigo misma y me haga cantar por la calle sus canciones. Gran misterio por resolver, sobre todo si se tiene en cuenta que trata la historia de una monja que sale del convento para ser niñera de los siete hijos de un viudo de buen ver y se acaba casando con él. Más simple, el agua del grifo...Ultimamente sólo "Mamma mía" ha conseguido un efecto parecido.

   Pero si no les basta con trailer del principio, prueben con este pasaje, al cual es imposible resistirse, salvo si se está hecho de piedra pómez:



   Aún tienen el cenizo encima? Aquí va otra muestra:



   Y si después de todo ésto aún necesitan una pastillita para levantar el ánimo, pues quizás lo que tengan no sea el mal de los días cortos invernales sino algo más gordo. Lo de esta película merecería ser estudiado en las escuelas de psiquiatría, porque conozco a varias personas sobre las que produce el mismo efecto de optimismo idiota que me produce a mí, y para muestra, vean lo que he encontrado navegando por Youtube:  la banda sonora sirve hasta para organizar un sarao en una estación de tren en Amberes, eso que los anglosajones llaman un "flash mob" (traducción literal: "muchedumbre esporádica o repentina") y que consiste básicamente en que cuatro tíos se ponen a bailar en medio de una calle y los transeúntes o salen corriendo para que no les filmen o se unen a ello.



   Lo dicho, optimismo a buen precio, seguramente, más barato que el Prozac.

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