domingo, 10 de junio de 2012

De entrenadores y entrenados

    Tengo tres escolares en mi casa y en esta época del año las tareas se resumen a uno que examina y dos que son examinados. Parafraseando a mi amigo el que dice que su casa huele a viaje, la mía, en este mes huele a evaluación final, que es un guiso que se cocina a fuego lento durante varias semanas. La única que no lo practica ni lo come soy yo que, paradojas de la vida, siempre me he pirrado por estudiar. Me siento una especie de entrenadora personal de mis seres queridos, a quienes intento quitarles de encima cualquier obligación que no sea la de meter la nariz en el libro o manejar con garbo y destreza el bolígrafo rojo de corregir. En USA ya me habrían dado un título para ser "coach" que, además de vestir mucho y sonar bien se ha convertido en un oficio que se estudia, se aprende y se gana pasta con ello.

    Cuando parecía que los libros de autoayuda estaban ahí para enseñarnos a todos cómo dejar de fumar, cómo adelgazar, como llevarnos bien con nuestros vecinos o cómo superar el miedo a volar, ahora resulta que hay entrenadores  (además de los que entrenan equipos de fútbol) que  también te ayudan a bajar dos tallas de cintura, a poner orden en tus facturas y a conseguir que tus hijos te obedezcan a la primera: a los que se dedican a esta última tarea habría que pagarles el doble! Yo siempre tuve fe ciega en los libros y en sus enseñanzas, pero en las enseñanzas históricas, literarias y filosóficas; en éstos que te dicen que si los lees tendrás de repente un millón de amigos tengo la misma fe que en la traducción al castellano de todos los manuales de mis electrodomésticos: ninguna. 

    Bien pensado, como yo soy de natural insistente, machacona y repetitiva; me gusta dar consejos sabiendo que nadie me escucha e incluso no me importa que así sea, y además tengo complejo de hermana mayor, quizás debería darle un giro profesional a mi vida y hacerme "coach" o entrenadora de lo que sea. No es algo que descarte si la burocracia para la que trabajo y de la cual soy funcionaria se viene abajo, que puede ocurrir. Al fin y al cabo, ésto de entrenar es una práctica vieja como el mundo, pues los primeros entrenadores en la búsqueda de la felicidad (que es finalmente a lo que aspira todo bicho viviente) fueron los curas y empleados similares de religiones varias. Aunque me temo que en nociones como ponerse en el lugar del prójimo, perdonar, compartir, etc. más sabe el que ha perdonado una vez que el que se ha leído varios manuales sobre el perdón...Y así con todas las cosas. 

    Y visto el panorama que nos rodea, me temo que los entrenadores de éxito de hoy día son variopintos y consiguen mucho de lo que tienen leyendo pocos manuales. Les pongo algunos ejemplos: el entrenador Mourinho, persona soez y tabernaria donde las haya, consigue todo lo que tiene siendo desagradable, que es un método como otro cualquiera. El entrenador Juan Carlos, del equipo "Casa Real", que tenía a todos  sus jugadores marcando el paso hasta que uno de ellos decidió salir a ver mundo y de paso a ganar millones, parece que cojitranco y todo sigue al mando del equipo, y encima cobrando todo su sueldo, cómo se las arreglará? El entrenador Rajoy de "Casa España" ha conseguido que le den la pasta que necesitaba para sus  pupilos  a costa de negarse a pedirla...curiosa estrategia que también le ha dado resultado. Y termino con el entrenador Del Bosque de la Selección Española, mi favorito: éste consigue lo que quiere porque es sereno, amable, austero, habla bajito, trata a los jugadores de usted  y no se mete con nadie; hasta ahora el método le ha funcionado y   además,  es mi paisano, qué caramba! Hoy hemos empatado pero ya verán los irlandeses el jueves. Feliz semana de pan y circo para todos, o de fútbol, como prefieran. 

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