domingo, 3 de junio de 2012

Los ricos también lloran

    A ver si nos pensábamos que la crisis era una cosa de parados andaluces, "bankios" en quiebra y perroflautas acampados por las plazas. Pues no, señoras y señores, empleando una frase que detesto, por manida y gramaticalmente rara: "la crisis somos todos", o incluso mejor (por peor, claro) : "todos somos la crisis". 

   Hace unos días, revisando la prensa rosa en internet, me topé con una lista de personajes famosos y de holgado bolsillo que parece que lo están pasando regular cuando el común de los mortales y contribuyentes lo está pasando francamente mal. Mucha farándula en la lista: Lolita sigue debiendo hasta el papel higiénico, Jesulín ha tenido que vender otro trozo de "Ambiciones", que de seguir así acabará llamándose "decepciones" o "restos de feria", porque se le va a quedar la finca en una casa con una fila de setos, si sigue con las ventas de  su terreno a pedazos. La familia Bosé ha cerrado el hotelito que tenía en Extremadura y a Miguel también se le ha venido abajo su fábrica y secadero de jamones. Y entrando en el territorio de los muy ricos, nos topamos con que la Baronesa Tita, se ha desprendido de un cuadro de Turner porque dice que necesita liquidez, lo cual observando su tren de vida y el de sus parientes cercanos nos queda fuera de toda duda. Al menos le agradecerá al barón de por vida que la dejara llenita de cuadros, pues le basta vender uno para encontrar la liquidez perdida...vender un piso es bastante más complicado. 

    Y parece ser que entre los muy ricos, disimuladamente, se ponen a la venta barcos veleros, chalecitos de montaña y residencias playeras con piscinas de las que se pierden en la línea del horizonte, esto es, todo lo que pide pan y no hace falta para vivir, y todo lo que se compraba a crédito desmesurado que ahora no se puede pagar. Conclusión: los ricos también lloran, como decía el culebrón mejicano de grato recuerdo. Y como los seres humanos somos de natural mezquinos, eso de que las rentas privilegiadas sufran la economía de guerra nos da un cierto gusto. Quién sabe si la crisis nos reformará en nuestras feas costumbres dispendiosas, o si convertirá a nuestros hijos en ciudadanos más cuidadosos que no llenarán el planeta de basura electrónica; mientras tanto,  la crisis se ha llevado por delante la ola de nuevos ricos o de aquellos que se lo creyeron sólo porque el banco fiaba hasta para comprar el pan.

    Pero no cantemos victoria los seres mezquinos que somos todos, no nos alegremos demasiado rápido del mal ajeno: sólo están llorando los que fueron ricos en un paréntesis, los que lo consiguieron a golpe de ladrillazos y de pedir fiado poniendo de aval a la suegra. Los de toda la vida siguen disfrutando y gastando a espuertas porque, queridos amigos, los ricos de toda la vida lo son precisamente porque no gastan en tonterías, y les importa un bledo impresionar al prójimo con barcos, coches, casas o castillos. Cuando esta ola se pase y España, como decía aquel,  "vaya bien" ellos seguirán en sus posesiones viendo como a los demás les queda todo por ganar de nuevo. Quién dijo que la vida era justa? se equivocó de medio a medio, y un señor con barbas que se llamaba Karl Marx y pasaba por allí hizo un libro de ello.

    Y ya me estoy cansando de hablar de la crisis, así que a ver si esta semana nos intervienen ya y se me pasan las angustias por el Euro maltratado; porque yo, que creí más en el Euro que en los Reyes Magos y que me pareció mejor remedio que el Paracetamol cuando lo inventaron, sufro con estas cosas. Entre otras muchas. Feliz semana a todos. 

    

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