miércoles, 3 de abril de 2013

Abre la muralla!

    En las muchas vueltas que di siendo estudiante tuve muchos y variopintos compañeros de piso y entre ellos recuerdo a Luis, o mejor a Lluís, porque es catalán y ejerce de ello con honra y sin apasionamiento, que separaba los días vividos entre los que había que colocar en el "debe" y los que se quedaban en el "haber ". Lluís había pasado varios años de su vida trabajando en la contabilidad de un banco y quizás eso le hacía utilizar términos contables para las cosas de la vida cotidiana. 

    Pues bien, en esta Semana Santa de borrasca, de nazarenos enrabietados por culpa de las lluvias que no les han dejado llevar sus cruces, de torrijas que no me gustan y de tardes enteras viendo capítulos atrasados de "Downton Abbey" ha salido el sol un día solamente, el sábado llamado de Gloria, que yo he aprovechado para poner mis pies sobre las murallas de Avila, una deuda pendiente que tenía desde hace veinte años más o menos.

    Ya he alabado en variadas ocasiones el turismo de interior, y no voy a aburrirles con la  descripción de la belleza de las murallas de Avila, que deben ser patrimonio de la humanidad o algo parecido; ni pretendo contarles cómo  se ve la ciudad paseando por sus almenas, cómo las han restaurado y limpiado y cómo los abulenses presumen de ellas. Da gusto pasar una tarde de esta primavera que parece invierno pisando caminos centenarios y tocando piedras que vieron nacer a dos abulenses que admiro profundamente y a quienes varios siglos de historia separan, a saber: Santa Teresa y Adolfo Suarez. Tampoco me voy a detener en las delicias de un chuletón de Avila convenientemente asado a la parrilla o en las Yemas de Santa Teresa, que una pastelería con el bonito nombre de "la flor de Castilla" fabrica desde hace décadas sin desviarse ni un gramo de azúcar de la receta original. Ni en el horizonte de los campos de Castilla, que con todo el agua que está cayendo más bien parecen los campos de golf  de Irlanda.

     Sólo quería contarles que un día así, bien aprovechado, con buena comida, buena bebida, un poco de visita cultural, otro poco de charleta intrascendente, la compañía de mi familia y de una amiga muy querida que, además, es abulense; el tiempo detenido entre las piedras de una vieja muralla y  el sol calentándonos  a todos el alma después de tanto esconderse detrás de las nubes; un día así, les digo, hay que colocarlo en el "haber"...para compensar tantos otros días que olvidar en el "debe" y dejar que el tiempo pase hasta que la suma de los días nos de otros muchos buenos ratos. Buenas noches. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario