viernes, 5 de abril de 2013

La vida sigue igual

    Hace unos días, estaba yo en El Corte Inglés de mi ciudad (quién puede venir de visita a España y sustraerse a ese peaje) y mientras pagaba mi azafrán de la Mancha en hebras que sólo encuentro en la patria, me entretuve en mirar los conciertos y eventos varios para los que el Corte ofrece sus servicios de venta de entradas. Me llamó la atención el anuncio de la próxima gira española de Julio Iglesias, con actuaciones en sitios tan esdrújulos como Logroño o Badajoz...Julio Iglesias? Yo me quedé en la época en la que sólo actuaba en Marbella ante un público muy selecto y de ahí volaba en su avión privado para cantar en el Carnegie Hall. Parece que para Julio, contrariamente a lo que dice en la única de sus canciones que soporto, la vida no sigue igual. 

    Y a pesar de todo, Julio sigue cantando. Se ha pasado la vida contando a los periodistas que amaba profundamente a España ( a pesar de vivir en Miami y pagar sus impuestos Dios sabe dónde) y que moriría sobre el escenario; vistos los recorridos de sus últimas giras sólo hay dos conclusiones posibles: o mantener a toda su prole le cuesta millones y son bienvenidas todas las oportunidades, o realmente es fiel a los dos principios del amor a la madre patria y la muerte con las botas puestas. A mi me gustaría pensar en la segunda posibilidad, porque después de tantos años y a pesar de que canta como para ponerle un bozal, el tipo ha terminado por caerme simpático.

    Julio Iglesias hubiera podido ser nuestro Frank Sinatra o nuestro Charles Aznavour de haber estado bien aconsejado.No ha sido así y la prueba es que tras muchos años de carrera la cosa va cada vez a peor y da más pena; ahora se limita a hacer discos con tangos, rancheras y boleros, y dentro de nada como ya no le quedarán géneros que tocar, publicará uno de jotas aragonesas o como mal menor, de zarzuelas. Sinatra se hizo cada vez más grande a medida que pasaron los años, a Aznavour tuve el placer de verle en directo hace un año y con 85 primaveras estuvo dos horas sobre el escenario cantando incluso nuevas canciones. El pobre Julio sale en Logroño o en Guadalajara a soltar uno gritos entre "me va" y "hey" o propinar su versión desafinada de "Guantanamera" y aunque ya no convoque multitudes, sigue teniendo su público y sigue cantando, aunque quizás acabe a los ochenta amenizando las fiestas populares en el frontón de Torrelodones: sólo por eso merece cierto respeto. Se acuerdan ustedes de los múltiples cantantes de la Movida madrileña? Y de los de la Operación Triunfo, primera edición, que parecía que se comerían el mundo? Pues no, pero por poco que les guste Julio (como a mí) seguirán recordándolo. 

    Y mira que cuando era muy jovencito llevaba buenas trazas:




    Qué le hicieron para estropearlo tanto? Misterio sin resolver. Se admiten conjeturas varias.




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