jueves, 29 de octubre de 2015

A la capital

    Mañana se acaban mis días de asueto en esta capital de provincias que es la que me vio nacer y donde, de verdad, uno se retira del mundanal ruido, como dijo Fray Luis de León, que además adorna una de sus plazas más bonitas. Por suerte no se acaban de repente las vacaciones en Barajas, que empieza a ser un sitio al que le tengo manía, sino que haremos parada y fonda en Madrid, capital de éste que todavía es reino. 
   Lo que es hacerse mayor...Cuando yo vivía permanentemente en la provincia, pasar 48 horas en la capital me parecía la repera. Ahora que vivo en otra capital, y que disfruto temporalmente de la vida provinciana, lo de ir a Madrid tiene el aliciente de ver amigos y parientes queridos y visitar pinacotecas, pero poco más. Voy a salir del armario aunque mi amigo madrileño se enfade conmigo: no me gusta Madrid, y me pregunto qué hubiera sido de ella si no fuera la capital desde hace más de cuatro siglos. La próxima vez que vayan ustedes a Madrid en avión, asómense a la ventanilla cuando el avión se aproxima a la pista y entenderán de qué les hablo. 
    Madrid es una ciudad grande pero me queda la duda de si es una gran ciudad, si ha habido ese esfuerzo estético y urbanista que ha habido en otras capitales europeas. Madrid tiene que agradecerle eternamente a Felipe IV y sus descendientes el haberse convertido en la ciudad de los museos de pintura por excelencia; como tendrá que agradecerle a muchos de sus alcaldes disfrutar de uno de los mejores servicios de taxi y transporte público de Europa. A los madrileños hay que agradecerles que sean gente poco nacionalista y bastante tolerante y hay que reprocharles que se dediquen los fines de semana a invadir las provincias limítrofes con cualquier excusa, ya sea el turismo rural y cultural como esa pesadilla llamada despedidas de solteros. 
    Se me nota que me cuesta salir de mi tierra castellana para ir a una tierra fronteriza que ni siquiera me parece Castilla, porque cuando llegas te recibe una bandera con estrellas que parece más bien de una república africana. Pero no quisiera parecer  vetusta ni pueblerina, aunque mañana me sienta como Paco Martínez Soria camino de la capital.

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