viernes, 9 de octubre de 2015

El saber sí ocupa lugar

    Estoy cada vez más convencida de la razón que tiene el refranero castellano y a la vez, la poca razón que tiene ciertas frases hechas que lanzamos al aire sin ton ni son. Eso de que el saber no ocupa lugar es una auténtica falacia. Yo se lo sigo diciendo noche y día a mis herederos porque es un público al que hay que machacar  con ciertas cantinelas estando en la edad que están; y de todas maneras algún día, descubrirán como yo que el saber ocupa lugar, tiempo, gasta energía y a veces hasta produce dolores de cabeza.  Sin ir más lejos, hoy mismo servidora ha tenido que seguir un cursillo en su puesto de trabajo, y el saldo contable del cursillo ha sido de un gramo de Paracetamol...A favor del cursillo, claro. 

    A poco que me conozcan, ya intuirán ustedes que el cursillito de marras versaba sobre materia informática, destinado a ampliar mis siempre escasos conocimientos  en la materia. Yo en mi trabajo soy una persona sumamente obediente, y voy siempre donde me dicen que tengo que ir (en la vida civil eso ya es otra cosa) y con la mejor disposición del mundo para aprender, que es un verbo que me encanta conjugar en todos sus tiempos. A la media hora de estar allí, ya sabía yo que me estaba subiendo la presión arterial y que acabaría tres horas después abrumada y con sudores.  Hay cosas que, ni con la mejor voluntad del mundo cieros cerebros son capaces de asimilar y el mío, que ya ha absorbido abundante materia a lo largo de mi vida, más varios idiomas, más el solfeo, más las 1080 recetas de Simone Ortega amén de las instrucciones de empleo de varios aparatos, ya no es capaz de asimilar el lenguaje de las máquinas llamadas ordenadores y dispositivos móviles.O no más de lo que puede asimilar un usuario tan torpe como yo, lo necesario para sobrevivir en un mundo donde las personas han sido sustituidas por las pantallas, para bien o para mal. 

    Hoy, entre sudores y palpitaciones, he constatado que el saber informático es algo que me resulta tan cercano como los ideogramas chinos. Me refiero al saber informático de segunda fase, siendo la primera la de las operaciones básicas (y lúdicas) que sí soy capaz de acometer, como comprar billetes de avión, entradas de conciertos, libros en Amazon, reservar hoteles o vender cacharros en eBay. Y como me conozco a mí misma bastante bien, creo comprender el porqué de mi cerrazón: pretendo encontrar la lógica que gobierna las decisiones que toman las máquinas para permitirte hacer o no hacer ciertas cosas, y eso no es posible. Y no es posible porque las máquinas no razonan como las personas y,  qué le vamos a hacer, yo comprendo bastante más a las personas que a las máquinas. 

    Si miro en mi bola de cristal, veo un futuro en el que quizás las personas hayan comprendido cómo funcionan las máquinas y las máquinas dialoguen entre ellas bastante más de lo que lo hacen las personas; eso que llaman "el Internet de las cosas", que por fin lo he entendido. Me parece una película de terror y me estremece tanto como cuando vi en la tele y a escondidas de mis padres (porque tenía dos rombos)  hace como casi cuarenta años, "Farenheit 451" de Truffaut, y me dio mucho susto pensar que llegaría un día en que leer estaría prohibido y los libros los quemarían, que de eso iba la película, que era una película de terror, como lo ha sido la mañana de  hoy. Brrrrr!

No hay comentarios:

Publicar un comentario