viernes, 27 de julio de 2018

El superpadre español

    La playa es el lugar más variopinto y democrático que uno puede imaginar. No hay que tener habilidades especiales para disfrutarla, no hay que pagar entrada, e incluso en aquellas que presumen de exclusivas, es posible arrimarse gratuitamente y dedicarse solo a mirar. Para quienes escribimos sobre las gentes y sus cosas, las playas son una mina de información. Es más, yo ya he dejado de leer en la playa desde hace años porque si me concentro en el libro, me pierdo todo lo que ocurre a mi alrededor. Y ocurre de todo, se lo puedo asegurar! Paso a relatarles mis últimas constataciones. 

    Un año más llegó a a la conclusión que en España todo el mundo tiene un perro, que por bien ser debería ir atado con su correa pero que su dueño, convencido de que su pastor alemán tiene el tamaño de un chihuahua, lleva suelto para que a mi me asuste cuando salgo a correr por las mañanas. El perro  de turno me ve aproximarme corriendo hacia su dueño y sale corriendo hacia mí con claro interés en mis poco atractivas pantorrillas; el dueño me dice que no me preocupe, que no hace nada, y yo me cagó en todos sus parientes. Y así cada año, una pesadez. La única novedad son los nombres de estos caninos amigos del hombre y de los cuales desconfió cuando van sueltos: « Paco », « Bruno » y la última y más reciente, que por supuesto no hacía nada pero me miraba con ganas: « Manuela »...Los  hijos  de estas personas se llamarán « Toby » , « Snoopy » o « Barrabás », me temo.  

    La gran sensación playera de éste (y de hace dos o tres veranos) es el nuevo modelo de padre español, que es un señor que roza los cuarenta pero está bien conservado; bañador florido a juego con polo de colores convenientemente conjuntado; nada de barriga cervecera y cuerpo que delata mucha hambre y muchas horas de gimnasio. El nuevo padre juega incansablemente con sus criaturas mientras mamá toma el sol con procedimiento de vuelta y vuelta; es más, juega a voces para que todos nos enteremos que él no es un machito ibérico sino un hombre que concilia y comparte. El nuevo padre tiene la colchoneta con forma de cangrejo más grande de toda la playa, donde acarrea a su prole entre ola y ola y a veces incluso a la prole ajena para demostrarle a propios y extraños (y sobre todo a sus amigos) que él es un padre como Dios manda y un marido diez. Porque además, el nuevo padre español se levanta temprano y después de correr o hacer gimnasia va al mercado donde compra todo lo necesario para hacer una paella, o un arroz con bogavante. Él no sabe cuántas asas tiene una paellera ni de qué color es un bogavante crudo; es más, durante el invierno no sabe ni hacerse un huevo frito, pero en el mercado, la pescadera con su santa paciencia le explica cómo se hace el arroz con bogavante provocando una cola de siete clientes y vendiéndole unos carabineros a precio de bogavante que a las señoras que hacen cola no les podría colocar. En la sesión playera de la tarde, por supuesto, todos nos enteramos de cuál es la familia que ha comido arroz porque el nuevo padre español ya se encarga de que se sepa.  El nuevo padre español explica a sus retoños el funcionamiento de las mareas, edifica castillos que valdrían para rodar Juego de Tronos, clava la sombrilla como nadie y embadurna a las criaturas con cremas de factor 50 sin haberse enterado que esa operación hay que hacerla antes de salir de casa.  Reparte fruta cortada en pedacitos a la hora en la que sus chiquillos le piden el bocadillo de Nocilla, y se toma un Aquarius sin  fijarse en la cantidad de azúcar que tiene el bote, que no debe de andar lejos de la de la Nocilla. Último detalle a señalar: el nuevo padre español no tiene pelos en las piernas. 

    Yo me pregunto si este nuevo modelo de superpadre español es fruto de los esfuerzos pedagógicos de los ministerios de igualdad, sale a la superficie solo en las playas, o es todo postureo como dicen mis adolescentes. Recomiendo vivamente a mis amigas más jóvenes (de cuarenta para abajo, que las tengo) que se hagan  rápidamente con uno de estos ejemplares, antes de que los padres españoles  vuelvan a ser como que siempre fueron. Aunque tambien  hubo honrosas excepciones y el mío fue una de ellas. El padre de mis hijos es otra, aunque quizás no cuenta para la estadística porque no es español...

No hay comentarios:

Publicar un comentario