lunes, 2 de julio de 2018

Adiós a la inocencia

    Una quisiera ser inocente toda la vida, a ustedes no les pasa? Pues a mi si. No me malinterpreten, no es una declaración de principios sobre el síndrome de Peter Pan (que tampoco está mal puestos a tener un síndrome) simplemente una constatación : cuando uno es inocente y cree en la inocencia y bondad ajena, se libra de la eterna sospecha, de tener que estar permanentemente pendiente de todo y todos los que pueden tomarte el pelo, entonces, la vida es más agradable. Y reto a cualquiera de los presentes a que me lleve la contraria. 

    Yo quisiera ser inocente como los niños inocentes, que son los que nacieron en el siglo XX, porque los del siglo XXI vienen ya todos de serie con el colmilo retorcido. Quisiera, por supuesto, seguir creyendo en los Reyes Magos, aunque incluso me conformaría con saber que son los padres y callármelo. Quisiera creer en las cuatro estaciones con sus cambios climatológicos en el orden en el que fueron creados ; con su lluvia en otoño y su nieve en invierno, y no este jaleo que tenemos ahora en el que, para remate, el verano tórrido te pilla hasta en las latitudes que habito. Quisiera creer que las vacaciones al sol y sin preocupaciones, y este año esas me las están vendiendo muy caras. 

    Quisiera creer en el Hada Madrina, aunque no me encuentre un príncipe azul ni de ningún otro color; me bastaría con se me apareciera una vez al año (o incluso cada cuatro años) y me  llevara a esos sitios del globo terráqueo a los que a medida que pasa el tiempo creo que no visitaré nunca: la Patagonia, la bahía de Ha-Long, San Petersburgo. Quisiera ser tan inocente como para pensar y creer que todo lo anterior es posible con solo cerrar los ojos; como que es posible haber trabajado honrada, callada y fielmente  muchos años para una empresa (la que sea) y que te lo reconozcan, o como para criar cuervos y que no te saquen los ojos. Quiero ser tan inocente como para creer que el palo que me acaba de meter Hacienda sirve para mejorar las carreteras y las escuelas de mi pais, como para pensar que el gobierno va a durar hasta el 2020 o que hay vida después de la Copa del Mundo. 

    Quisiera ser más  inocente que los inocentes que dice la Biblia que murieron un 28 de diciembre y le dieron nombre a la fiesta; más que los que creen en los milagros marianos o en las bondades del agua de Lourdes. Y resulta que me estoy haciendo mayor y la inocencia empieza a estar reñida con el Carnet de Identidad y la edad que dice que tengo, y me tengo que poner a pensar mal (y desgraciadamente acertar) de varias cosas, asuntos y personas. Y me fastidia, porque yo quiero ser buena e inocente, no mala y malpensante. Y de paso ahorrarme muchas noches de mal sueño y alguna que otra erupción cutánea . También supongo que esto mismo lo desean, sin conseguirlo, muchos de los que me leen, somos todos como los de aquel concurso televisivo: los sufridores en casa! Feliz semana a todos, incluso a los inocentes que pensaron que España llegaría a cuartos de final...

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