domingo, 19 de abril de 2020

A mis seres de ultratumba (A veces llegan cartas, 2)

    Queridos papá, abuela, abuelo, tía Lola, tío Alfonso, tía Marisa y Tía Clemen, y todos los que no nombro pero que sois mis antepasados, de los que tanto aprendí: no sabéis lo que os estaís perdiendo...Si el más allá existe (tengo mis dudas) y si os permite mirar para abajo, ya os hacéis una idea, tampoco es cosa de aburrir a mis lectores con descripciones de lo que todos sabemos. 

   Abuelo, tú que eres viejo de profesión, no te asustarás, porque ya pasaste tu susto con la gripe española, que te hizo volver deprisa y corriendo de París, donde tan bien lo estabas pasando. Y no, abuela, con rezar un rosario extra y tres novenas no se nos va a quitar el virus de en medio, aunque si es por novenas, tú echa las que hagan falta, en estos momentos hay que buscar cosas que a uno le traigan paz, que de la intranquilidad ya se encargan las redes sociales. Las redes sociales? Vaya, un poco complicado explicarlo brevemente, pero es algo que en la vida cotidiana informa y te conecta con mucho gente y en estos tiempos recios, te pone a cien por hora. 

   Tampoco hemos llegado a la fase de hacer croquetas "de nada", darle la vuelta a los cuellos de las camisas ni contar las uvas por unidades, tía Lola. En este cambalache que podría parecer una guerra, no se disparan tiros y los supermercados están llenos, más o menos. Ahora que, buena parte de tus mañas nos vendrían muy bien para teñirnos y cortarnos el pelo, arreglar la ropa que no nos va a entrar visto lo que comemos y lo poco que nos movemos e intentar hacer bizcochos sin levadura, que se ha convertido en un producto de estraperlo que ríete tú de cuando los portugueses venían con el café de estranjis. 

   Hambre? No, por suerte. Aunque cuando nos saquen de la cuarentena, mucha gente lo va a pasar muy mal, si es que eso no está ocurriendo ya. Que sí, que sí, que ya sé que vosotros pasasteis una guerra y muchos años después parecía que la guerra no había terminado, pero esto es otra cosa. No sé si habrá que desarrollar ciertas mañas, como cuando tía Marisa y tía Clemen iban a un hotel de lujo en Sevilla haciéndose pasar por princesas rusas para que los ricos indianos las invitaran a merendar (en los años cuarenta, ser rubia en Sevilla era una anomalía que ayudaba)  y también un tanto de imaginación, de la que vosotros andábais sobrados y ahora, por culpa de las pantallas y sus efectos perversos, nos falta. Pantallas de ordenador, tío Alfonso, no de cine; a tí curioso intelectualmente como eras, te habrían encantado. Y de paso habrías practicado, con todo tipo de facilidades, ese ruso queaprendiste por tu cuenta y con muchas dificultades.

   No os aburro más, que sepais que en estos días, tengo mucho tiempo para pensar y poner por escrito mis pensamientos. Se llama Blog y os lo explicaré otro día. En esos pensamientos me digo que he sido muy afortunada por haberos conocido, disfrutado, escuchado y acompañado en lo que quizá no fueron los mejores años de vuestra vida, pero sí de la mía. Portaos bien allá donde estéis, y no, tía Clemen, lo que he publicado es un libro de cuentos, no una novela, y no sé como te extraña que yo haya salido tan cuentista...De quién habré aprendido? 

  Una brazo a todos, os quiero, 

        Concha (aqui, "la Bloguera")

No hay comentarios:

Publicar un comentario