domingo, 9 de junio de 2013

Gracias a la vida, caramba.

   Ya avisé vía Facebook que la última entrada me había salido un tanto macabra, y el que avisa no es traidor.Los amables lectores que me mandan comentarios por una u otra vía así me lo han recalcado y me dicen que en mi obsesión por la muerte, o mejor, por escapar de ella, empiezo a parecerme a Woody Allen, lo cual no se si tomármelo como una crítica o como un halago...Comienzo entonces con una canción,  con la cual  les dejo toda una declaración de intenciones:



    Y con la letra en subtítulos, por si queda alguien que no se la sepa o  no la haya cantado alguna noche al amor de la lumbre, o del Karaoke. Por cierto, cuando buscaba el video en Youtube he visto una versión cantada pôr Raphael, no saben lo que he tenido que reprimirme para no ponerla a continuación!    Y como yo no tengo la lírica de Violeta Parra (que escribió la canción y aunque me llamen macabra, se suicidó) ni la voz de Mercedes Sosa para cantársela, aquí les dejo una nueva lista de pensamientos profundos de los que yo me gasto para que vean que lo mío con la muerte es una huida a la desesperada, y que lo que me gusta es el planeta tierra y los terrícolas, porque desgraciadamente no creo en nada sobrenatural y no me puedo consolar con el reino de los cielos, en cualquiera de sus versiones.

    Le doy gracias a la vida por varias cosas, algunas muy prosaicas, otras fundamentales. La letra de la canción  podría hacerla mía, pero de paso añado que le doy gracias a la vida, en estos días precisamente, por no ser alérgica, visto el estado en el que se encuentran mis pobres amigos que sufren con el polen, las gramíneas o cualquier otra planta copuladora. Igualmente,  por darme un estómago agradecido y poco exquisito, que puede alimentarse de gazpacho y churros hasta el final de sus días; para cuando me bajen el sueldo, como a todos los funcionarios del mundo mundial, digo yo que tener gustos baratos será una ventaja.

    Doy gracias a la vida porque no me gustan los coches, que me parecen simples instrumentos para llevarte de un lado a otro, y que cuando te gustan y te gastas un pastizal en ellos resulta que te arruinan en gasolina y corren a unas velocidades que están multadas en toda Europa entonces, para qué comprarlos? Y con las mismas doy gracias por ser viajera impenitente y porque no me da miedo el avión, que no se qué sería de mi en ese caso! Y porque este verano podré irme de vacaciones, por dos motivos: porque tengo trabajo (6.200.000 de mis compatriotas no lo tienen)  y porque puedo pagármelas (algunos cientos de miles más de esos millones de parados tampoco pueden) es como para celebrarlo, no creen?

    Doy gracias a la vida porque casi cada día encuentro un mensaje en mi teléfono, alguien que me llama, que se interesa por mis cosas,  una novedad en Facebook de mis conocidos, o una persona humana con quien compartir un chascarrillo o incluso con quién tomar un café: tener amigos que se llama. Parece de perogrullo, pero en este mundo virtual de pantallas en el que vivimos, si no los cultivamos, acabaremos perdiendo hasta a los amigos, que no los reparten gratis a las puertas de los colegios, hay que ganárselos.

    Doy gracias a la vida porque por causas que no vienen al cuento mis hijos no van a heredar ni mi eczema ni mis canas y porque crecen sanos y fuertes, una obviedad si ustedes quieren, pero díganselo a esos miles de padres que andan por el mundo con esos niños que tienen enfermedades raras en las que la poderosa industria farmaceutica (tan solidaria ella) no se piensa gastar ni un céntimo: casi tres millones de afectados sólo en España...

    Quieren unas cuantas razones más? Pues gracias a la vida por tener familia y no pelearme demasiado con ella, por haber conocido a mis abuelos e incluso a un bisabuelo, porque mi matrimonio ya ha durado más que la lavadora que compramos al casarnos. Por haber conocido París, Roma y Nueva York;  por preferir el pescado a la carne, por amar el cine y porque me gusta leer.  Por ser capaz de correr veinte kilómetros una vez al año, por no fumar, por apreciar un buen vino, por haber visto a Julie Andrews cantando en un escenario de Broadway antes de que se retirara; por no haber comprado acciones preferentes ni haber firmado una hipoteca basura y por ir al trabajo con alegría, como los enanos de Blancanieves...Hagan ustedes su lista como la he hecho yo, ya verán que subidón. Por cierto, mañana es lunes, feliz semana para todos.

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