domingo, 2 de junio de 2013

Sonría, por favor

    Me cuenta una colega del trabajo que acaba de pasar una semana en Madrid, después de algo más de un año sin pisar España y que ha encontrado a la gente muy agresiva y poco amable. Me permito recordarle a mi colega que ese país que ella lleva tantos meses sin visitar, tiene al 27 % de su población en paro, a los que no están parados, rezando todo lo que saben para no llegar a ello y mientras tanto, soportando que les bajen el sueldo y les recorten sus prestaciones sociales sin derecho a moverse en la foto...Creo que un poco de mala leche hasta se impone! Y de paso, le he recomendado un excelente artículo del "País", sección "Negocios", del pasado domingo 26 de mayo, lo firman dos señores catedráticos de economía y se titula "Son constitucionales siete millones de parados?" (Luis Garicano y Jesús  Fernández-Villaverde). Para que luego nos acusen a los expatriados de no preocuparnos por nuestro país y no saber lo que están pasando. Milagrito me parece que sólo tengamos algún episodio de malos humores, y alguna que otra respuesta impertinente, lo que está pasando es como para tomar La Bastilla, o lo que toque...

    Sale Mariano por la tele y dice que con la operación emprendida por la Agencia Tributaria para saber lo que estos expatriados tenemos fuera de España (ay ese formulario 720 que nos ha quitado el sueño durante tres meses!) no se ha recaudado ni mucho menos lo que se esperaba y que sólo  131.411 personas humanas con DNI español han cumplido con su obligación, de las 200.000 que tenían previstas. Espero que alguien le haya explicado al Señor Presidente que los que hemos rellenado ese formulario diseñado por Satanás, somos casi todos funcionarios, honrados y atrapados por la transparencia de nuestras nóminas, y que probablemente los Botín, Alcocer, Koplowitz y compañía no se hayan molestado en desempolvar sus escrituras  ni contarnos ni la mitad de lo que guardan más allá no de los Pirineos, sino más allá de las Bermudas. O qué esperaban? Ingenuos...

    Hoy, 3 de junio, a 18 días del verano, primer día primaveral en la ciudad donde vivo, que se dice bien. En esta misma semana un grupúsculo de metereólogos franceses nos cuentan que el verano va a ser inexistente allá donde normalmente hay verano y que para disfrutarlo tendremos que alquilarnos un apartamento en los Fiordos noruegos, que es donde de verdad subirán las temperaturas...No estoy muy convencida y creo que hay que decir que estos metereólogos, por muy científicos que sean, y  después de la manta de agua y de frío que llevamos soportada durante el mes de mayo (también en Francia) hacen que Nostradamus con sus predicciones parezca un cruce de Fofito y Julie Andrews en "Sonrisas y lágrimas". Conocerán acaso aquello de la mentira piadosa?...

   No se si acabaremos todos en los Fiordos, pero mientras tanto, parece que en Roma no cabe ni un alfiler de turistas, a pesar de que el Vaticano ya haya repartido la alineación goleadora para los próximos años. Me lo cuentan amigos cercanos que han pasado allí un fin de semana no hace mucho. Hartos de hacer colas por todas partes, se fueron a una heladería cercana al Vaticano a comprar un helado y acallar las voces quejumbrosas de sus niños. Se encontraron con que lo que era una supuesta cola era una familia española con diez hijos! (que en total hacen doce personas a despachar). Existe todavía ese fenómeno? Qué pasará si el padre se queda sin trabajo? Cuántos paquetes de Pan Bimbo consumen a la semana? Y cuántas lavadoras ponen? Si soy yo la que estoy en Roma no se me van así como así sin darme las estadísticas, pero mi amiga se limitó a ensalzar el buen comportamiento de la prole numerosa ante sus propios hijos...qué terribles somos las madres cuando se trata de poner ejemplos con los hijos de los demás.

    Y ante el panorama de estas cuatro historias donde no se sabe si la cosa es para reir o llorar, me encuentro ayer con mi vecina, que después de varios meses peleándose con las secuelas de un tumor feo que le quitaron y con los venenos que le dieron para matarlo, se ha echado a la calle de nuevo, con su peluca recién estrenada que me ha enseñado con orgullo y, aún mejor, con una sonrisa luminosa y todas las ganas del mundo de pasearla. Moraleja: para llorar ya tenemos varios motivos varias veces al día, así que, sonrían, por favor.

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