miércoles, 19 de junio de 2013

Mi móvil y yo

  Empezamos con una imagen, les presento a mi móvil:



   Tiene cinco años, me costó cien euros de entonces que me parecieron un escándalo, pero que pagué religiosamente porque tenía prisa: cerraban la tienda y media hora antes, mi anterior móvil se me había caído en el retrete de mi trabajo...ríanse a gusto, pero parece que es un accidente bastante frecuente, lo que pasa es que nadie lo cuenta.  Este Nokia de apariencia banal y que otrora fue de alta gama,  jamás me ha dado un problema, y durante cinco años  me ha prestado el útil servicio de llamar y ser llamada, que es para lo que yo quiero un teléfono móvil; pero desde hace unas semanas noto que se me está muriendo, la batería ya no carga y hay alguna tecla que otra que se rebela y que hay que apretar con saña. Miedo me da, porque voy a tener que comprarme otro y esta vez, el vendedor no tendrá piedad de mí y no parará hasta que no me ponga en la oreja uno de esos teléfonos inteligentes que me asustan porque considero que son bastante más inteligentes que yo.

    Este móvil que mi hijo no se atrevería a exhibir delante de sus amigos me tiene en un sinvivir. No es que yo le tenga apego, es que me espanta comprarme un cacharro nuevo y por ende, aprender a usarlo. Alguien me dijo el otro día que yo tenía un teléfono "Vintage", que no se si era una ironía, porque ésto de usar la dichosa palabrita para todo lo que está sobado o es de segunda o tercera mano se presta a muchas interpretaciones. A ver si le encontramos una traducción castiza a la palabreja, yo propongo "viejuno"; ya me dirán ustedes. Y mientras tanto, aquí estoy dándole la extrema unción a mi Nokia de hace cinco años y mándandole buenas vibraciones para que, al menos, aguante el verano, que no se yo. Será por mi querencia a ser la eterna estudiante, pero me da la sensación que en septiembre seré más receptiva al duro proceso de aprender a usar el dichoso nuevo móvil.

    No se crean que soy una partidaria acérrima de lo viejuno y que no soy capaz de encontrarle las ventajas a los adelantos de la técnica: simplemente tengo stress tecnológico porque no soy nada intuitiva para las máquinas y pretendo aprender a usar los aparatos leyéndome las instrucciones, algo que me ha dado bastante buen resultado en la vida (lo de leer lo que  escriben los que saben) pero  se ve que he llegado a un punto en el que con lo táctil he topado. Y para las pantallas táctiles no hay instrucciones, sólo intuiciones, que yo sólo he desarrollado en la vida para saber lo que me conviene y juntarme con quien debo,  pero no para usar electrodomésticos.

    Y fíjense que este pasado fin de semana he comprado un Kindl, paso que jamás pensé que iba a dar...un libro electrónico! al que no le veo más que ventajas y una por encima de todas: yo que me he quebrado las vértebras desplazando maletas llenas de libros por toda Europa, ahora puedo pasearme con un aparatejo que apenas pesa unos gramos y que puede contener hasta 1100 libros en su interior...no es cosa de brujas?  Ahora que, también reconozco que apenas comprado lo puse en manos de mi santo esposo y yo sigo enfrascada, como desde hace ya varios días en la lectura de "Conversación en la Catedral" (versión papel). Acabaré por comprarme otro más porque esto del Kindle es como la tableta, el teléfono y tantos otros aparatos que empiezan por "i" minúscula: son como el cepillo de dientes, cada uno el suyo.

    No se si tengo remedio, pero esta mañana, mientras compraba un libro para regalarle a una amiga que se vuelve a España, me preguntaba cómo haremos de ahora en adelante para regalar libros  a quienes los aprecian, que como son buenos lectores todos tendrán un Kindl... se convertirán los libros de papel en un regalo envenenado? Será posible que yo sea tan antigua? O debería decir "vintage"?
  

No hay comentarios:

Publicar un comentario