sábado, 15 de junio de 2013

Hermanos, hermanas

    Yo tenía una hermana pequeña. Una escritora no tan conocida empezó un libro diciendo "yo tenía una granja en Africa"; el libro se vendió bastante, de aquello hicieron una película y la escritora, danesa que era a pesar de tener una granja en Africa, se hizo famosa. Si algún  día esta colección de pensamientos inconexos se convirtiera un libro (cosa que no creo que ocurra) podría guardar la frase y empezarlo diciendo "una vez, yo tuve una hermana pequeña" . 

    En realidad, yo tengo dos hermanas: una pequeña y otra más pequeña. Si existe el síndrome de la hermana mayor como dicen los psicólogos, yo lo debo tener elevado a la enésima potencia: siempre me he sentido la mayor, o más mayor que los demás en cualquier composición que se tercie: la hermana mayor, la prima mayor, la cuñada mayor y hasta la amiga mayor. Podré echarle la culpa a alguien? Porque no se crean que la cosa es muy cómoda para andar por la vida; una se siente siempre responsable de los pequeños, de los medianos y a veces hasta de los iguales, a los que siempre vemos como pequeños.Han sido muchos años llevando las llaves de casa al colegio, apagando la tele antes de acostarnos cuando nuestros padres salían a cenar o abriendo paso en operaciones tan tontas como traer un novio a casa o llegar a casa a las cinco de la mañana con una copa de más. Mi hijo mayor me preguntó hace poco cuales eran las ventajas de ser el mayor de los hermanos y tuve que remitirle a su padre porque a mí no se me ocurría ninguna. 

   Con todo y con mucho más, creo firmemente que tener hermanos y hermanas es una de las mejores cosas que te pueden pasar en la vida, siempre que no te llames Caín! Y creo que puedo afirmar (porque varios amigos en esa situación lo corroboran) que ser hijo único está lejos de ser un chollo, incluso en el caso de ser heredero de un gran patrimonio. Ya me dirán ustedes sino, porque cuando describen a un amigo muy cercano dicen "es como un hermano para mí"...los estereotipos lingüísticos, lo son por algo.

    Y sí, yo tenía una hermana pequeña, y hablo de ello en pretérito porque en este sábado que se está acabando, no ha dejado de ser mi hermana pero en cierto modo sí ha dejado de ser pequeña. Aquel personaje que yo llevaba de la mano al colegio, a la que le  cortaba el pan para el bocadillo y le cerraba la puerta de mi cuarto porque no me dejaba estudiar; aquella a la que tuve que sobornar alguna que otra vez para cambiar turnos de fregado de platos y que me sobornó a mí también cuando empezó a hacer de las suyas para que no se enterara la autoridad parental de alguna que otra trastada; aquella que me llamaba a gritos desde el balcón para que subiera a cenar avergonzándome ante mis amigos de los que me despedía en el portal y me pedía cinco duros para ir a kiosko a por regaliz rojo, ella, sí, acaba de cumplir cuatro decenas de vida...una cuarentona más en el contador! Me siento envejecer por días a pesar de mis denodados esfuerzos por no hacerlo. No somos nadie. Cuántas veces no lo habré dicho ya en estas líneas? Feliz domingo. 

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