martes, 10 de septiembre de 2013

Lástima

    Lástima, según el diccionario tiene varios significados, de los cuales me quedo con dos: "compasión" y "cualquier cosa que causa disgusto aunque sea ligero". Yo añadiría de mi cosecha que la lástima es un sentimiento que evoluciona con los años y que, al envejecer, es más frecuente y en muchos casos inexplicable. Me pongo de ejemplo a mí misma, como siempre: en este momento, siento verdadera lástima por Ana Botella, lo cual es irracional, inexplicable y revelador de cierta senilidad sentimental que poco a poco se va instalando en mi corazoncito. 

    Pues sí, señoras y señores, siento lástima por esta señora que en menos de un día se ha convertido en "trending topic" que es como se dice ahora estar en boca de todos (en realidad es estar en las pantallas de todos) quiero creer que muy a su pesar; y precisamente por eso, porque creo que es muy a su pesar, he decidido que siento lástima por ella, cuando en condiciones normales y hace unos años me hubiera importado un rábano lo que le pasara, y puede que hasta me hubiera alegrado; y cuando entre la señora Botella y yo median uno o incluso varios abismos...véase la prueba de la irracionalidad de la lástima como sentimiento. Si es una persona medianamente interesada por lo que se publica en la prensa y en las redes sociales (y teniendo el cargo que tiene no le queda otra) debe de estar con palpitaciones desde el domingo, puede que no vuelva a tomarse un café con leche en su vida y habrá quedado fatal delante de sus nietos: no olvidemos que esta señora es abuela y si hay algo en este mundo que fastidia a las abuelas es perder caché ante los nietos, sé de lo que hablo.

    No sé a qué se está dedicando la señora alcaldesa en estos días pero sí tengo una idea de lo que yo hubiera hecho en su lugar: para empezar buscarse un nuevo peluquero! Con esa melena descolocada no se puede leer un discurso en condiciones. Llegamos al discurso: despedir al inútil que se lo escribió; porque aunque los miembros del COI no son el jurado del premio Nobel, aquella sarta de sandeces eran un insulto para la inteligencia humana. Tercera medida de choque: despedir a su profesor de inglés si lo tiene. Ya sabemos todos que los idiomas son la asignatura pendiente de casi todos los españoles, y me consta que esta señora no sabe inglés porque el día anterior le hicieron una pregunta en una rueda de prensa, no quiso usar la traducción simultánea y salió por los cerros de Ubeda. Pero lo que si me ha quedado claro es que el discurso se lo aprendió de memoria, fonéticamente, lo cual es muy complicado; ahí es donde su profesor de inglés, o el que se lo ensayó con ella hubieran tenido que explicarle que al oirla hablar, uno tenía la impresión de oir a un viejo cassette de los que se usaban hace años para estudiar idiomas por correspondencia. Una vez despedidos estos tres inútiles, quizás no hubiera estado de más que la señora saliera a la palestra y diera la cara en vez de salir huyendo como el capitán del Costa Concordia en el avión de las autoridades. En eso de dar, la cara y reirse de una misma aún puede aprender algunas lecciones de su colega Esperanza Aguirre, que estará encantada de dárselas.

    Ya ves ustedes que les he dado argumentos varios para explicarles la lástima que me produce la señora Botella; para explicar lo que nos ha pasado como país no tengo tantas razones, pero sí para lo que nos ha pasado desde el sábado: se llama no saber perder y ya ni sé cuántas veces he dicho en estas líneas que deberían enseñarlo como materia obligatoria en los colegios, pero nada...

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