miércoles, 4 de septiembre de 2013

Listas de éxitos

    Creo que nunca les he hablado de  mi admiración por el blog de Mikel López-Iturriaga en "El País"  : "El comidista", que estoy segura que muchos de ustedes conocen. Cuando yo comencé a escribir mi blog, dos años atrás, él fue una de mis fuentes de inspiración; no sólo porque hable de comida y porque la gula es mi pecado capital favorito, sino por cómo lo hace, y por cómo se las arregla para que la cosa culinaria le sirva de excusa para hablar de todo un poco, y encima no decir tonterías, entretener al personal y ser muy agudo en sus comentarios. Y no hablemos de las recetas, que son buenas, bonitas y baratas, y salen todas! Algo que hasta entonces sólo me ocurría con Simone Ortega y sus famosas 1080,  cuyo único defecto es que están pensadas para familias de seis hijos y dos tatas que cocinan...

    Volvamos al Comidista. La semana pasada estuvo sembrado hablando de lo inútil que es hacer listas de buenos propósitos, en ésta y en cualquier otra época del año:Malos propositos que te haran feliz en septiembre, en www.blogspot.elpais.com/el-comidista. Leanlo porque no tiene desperdicio, y no me digan que no se encuentran retratados en lo que dice...yo muchísimo. Pero aparte de los buenos propósitos culinarios, que en septiembre se resumen precisamente en no tenerlos, lo que me ha hecho reflexionar al leer a López-Iturriaga es la manía que tenemos muchos de hacer listas de cosas, ya sean propósitos, asuntos pendientes o nombres para un perro que no nos compraremos nunca. Manía que, como todas, se agudiza con los años, y tiene ciertos picos de actividad coincidentes con la vuelta al trabajo después del verano y con el Año Nuevo.

    Yo hago listas de todo, lo he hecho toda la vida: de las cosas que tengo que hacer hoy, las de mañana, las de la semana que viene; de los sitios que me quedan por visitar, de las ciudades y países que conozco, de mis amigos a los que veo poco, de mis amigos a los que veo mucho, de mucha gente a la que me gustaría dejar de ver; de las veces que he cruzado el Atlántico, de cuántos litros de gazpacho soy capaz de beberme al cabo del año; de la ropa que no me pongo, de los kilómetros que corro por mes o por año; de la compra (ésta, inexorablemente la hago y luego la olvido en casa...) de los deberes de los niños y si me descuido de los deberes míos, que si no los tengo me  los invento.

    Lo de hacer lista puede ser enfermizo, pero también una suerte de terapia: cuando me aburro y no tengo un libro a mano (pocas veces ambas cosas al mismo tiempo) hago listas de las películas de Katherine Hepburn, o de los estados de USA, o de los nombres de los personajes de las novelas de García Márquez, o de las canciones del verano de mis años mozos, o de los nombres rarísimos que encuentro a veces en las esquelas, todo vale. Reconozco la parte de neurosis que esta práctica lleva aparejada, y me gustaría que fuera simplemente un pasatiempo, y no un agobio de papeles que a veces me persiguen en forma de Post-it amarillos y me hacen pensar que no he hecho nada en todo el día, cuando no es verdad. Por cierto, sabían ustedes que ese pegamento que tienen los Post-it que pega y se despega es una de las sustancias más contaminantes que existen en el planeta Tierra? Eso también lo aprendí leyendo una lista!

    Debería hacerle más caso al Comidista, no sólo cuando le copio la receta de las Patatas a la Riojana o la de la mermelada de pimiento, sino sobre todo cuando dice: "no te estreses y deja que otros lo hagan por tí"...Ya me gustaría, ya!

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