domingo, 22 de septiembre de 2013

...Y yo sin Thermomix!

    Leo en la prensa de esta semana (esa que en la última entrada me he dedicado a poner de vuelta y media) que ese aparato mágico por el que suspira media humanidad (femenina) y que no se compra porque es muy caro (y no es un iPhone) ya tiene competidores varios y más baratos, con lo cual sus días de monopolio en el mercado están acabados. Estoy hablando de la Thermomix, que es ese cacharrro que por lo visto hace unas croquetas buenísimas, aunque no las envuelve, qué lástima; y que hace un gazpacho buenísimo, aunque es el mismo en todos los hogares dotados de Thermomix; y que hace unas patatas rehogadas que acompañan todas las carnes de todas las casas donde me invitan a cenar y hay Thermomix. Aunque bien pensado, puede que después de escribir y publicar esta entrada, en muchas casas dejen de invitarme a cenar...ésto es lo que tiene ser una escritora comprometida! 

         Parece ser que los fabricantes del nuevo robot de cocina hacelotodo son una empresa catalana, Taurus para más señas, que además ya le han ganado un par de pleitos a los fabricantes alemanes de la bendita Thermomix, con lo cual se me ocurre recomendarle a Artur Mas, que si necesita abogados de ahora en adelante, para que le aconsejen en alguno de los embolados jurídicos en los que quiere meterse, contrate a los abogados de Taurus, que se ve que son eficaces, además de catalanes. Ya ven ustedes que es posible en dos párrafos hablar de la Generalitat  y de un robot de cocina; sólo me falta ya meter un chiste de Ana Botella y dar mi opinión sobre Bárcenas, y lo mismo hasta me contratan de tertuliana en alguna televisión de pacotilla.

    Cuento todo ésto porque hace dos días he tenido ocho comensales sentados a mi mesa, y aunque la cocina no me resulta una ciencia extraña e incluso me gusta, me pongo muy nerviosa cuando tengo invitados, porque tengo constantemente la impresión de no acertar; y no tengo Thermomix para que me haga el ajoblanco, el gazpacho, la carne con las famosas patatas o cualquier cosa con salsa de tomate, que es otra de las delicias Thermomix que uno degusta en serie en hogares diversos de países diferentes. Y confieso que hace unos años, serví un salmorejo Alvalle convenientemente trasvasado a unos cuencos monísimos de porcelana y aderezado con su huevo y su jamón y uno de los comensales me dijo "qué bueno! se nota que lo has hecho con la Thermomix". Me dejó tan de piedra que no supe si era mejor callarse o confesar la cruda realidad, y aún a día de hoy me lo sigo preguntando: qué pecado es el mayor, hacerlo en casa con la misma máquina que todo el mundo o comprarlo envasado y darle un toque personal? No se si escribir al Comidista y preguntárselo.

    Y ahora unos datos: en plena crisis, la Thermomix se ha vendido en lo que va de 2013 un 10% más que en años anteriores, lo cual significa unas 123.000 unidades más que el año pasado; estamos hablando de una batidora que cuesta mil euros, la cifras son dignas de tenerse en cuenta. Háganse una idea: 246.000 hogares más donde el gazpacho tendrá el mismo sabor porque se hace siempre con la misma receta y las mismas proporciones...A medida que sigo escribiendo me voy resignando a que mi vida como invitada en ciertas mesas y ciertos hogares se vaya terminando, lo veo venir. 

    Ya saben ustedes que yo soy contraria a toda máquina que venga con libro de instrucciones, y  por eso lo único que me he comprado últimamente es un iPad, que no las necesita. Mi aversión por la Thermomix viene por ahí y saben qué? hace dos días di de comer a ocho personas que salieron encantadas de mi casa porque son excelentes amigos y compañeros de ruta desde hace muchos años, y porque lo pasamos tan bien que creo que hubiera podido repartir unas pizzas congeladas con sus correspondientes cervezas y la cosa hubiera salido igual de estupenda. Para lo de rodearte de buenos amigos y de conversación inteligente no hay instrucciones ni máquinas que valgan; cuando los robots de cocina te den la receta de cómo pasar un buen rato sentado en torno a una mesa (aunque creo que yo ya tengo cierta idea) entonces puede que piense en comprarme uno y resignarme a leer el manual de uso. Mientras tanto, las croquetas de mi casa se siguen haciendo en la sartén, y el gazpacho sale cada día con un sabor diferente. Y mis amigos viene a cenar a mi casa y se van más felices de lo que vinieron, que eso no hay Thermomix que te lo pague! Feliz semana para todos.

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