viernes, 28 de febrero de 2014

Vida en estéreo

    Les pongo en situación antes de iniciar el relato. Esta mañana he viajado desde la ciudad que me vio nacer hasta Madrid. Trayecto en un autobús de línea, con todas  las comodidades posibles: asientos de cuero reclinables, wi-fi, película, puntualidad y ruta sin escalas. En dos horas, fresca como una lechuga en Madrid, me digo. 

    Tengo una vecina de asiento, señora de edad madura (como yo) que me pide educadamente paso pues su asiento es de ventana y el mío de pasillo; entra comiéndose un Donut a pesar de que hay un cartelito bien evidente al lado del  conductor que prohíbe comer y beber dentro del vehículo. Como vengo de pasar unos días de descanso en la apacible España provinciana me digo que hay que relajarse y no le presto mayor atención al quebranto de las reglas.

    Nos ponemos en marcha y le suena el móvil. Me entero por su conversación que ha venido a la ciudad a enterrar a su madre que estaba muy enferma. Pasan diez minutos y le suena el pajarito del Whatsapp unas cinco veces;  "tranquila Concha, acaba de enterrar a su madre, serán pésames". No meinteresa la película porque la ponen ya empezada (no entiendo muy bien de qué sirve poner una película ya empezada, la verdad) y decido conectarme con mi iPad a una wi-fi que no funciona.Treinta minutos de viaje: yo no me conecto a la wi-fi de pacotilla pero a  mi vecina ya le ha sonado el pajarito otras seis o siete veces, porque ella, evidentemente, tiene 3G. Cuarenta minutos de viaje: me entero gracias a otro par de llamadas telefónicas que se acaba de divorciar y que a pesar de todo se lleva muy bien con su ex-marido que en el fondo es un pedazo de pan. Minuto cincuenta de viaje:por culpa del divorcio ha tenido que darse de baja en el gimnasio donde iba porque ya no se lo paga el ex-marido "qué capullo!" Añade, aunque en realidad dijo otra cosa más gorda que no escribo aquí por decoro.Pero no habíamos quedado en que era un pedazo de pan?

   Una hora de viaje: pajarito de Whatsapp número veinte (por lo menos) y yo calladita sin protestar.
 Será que los churros que me he comido esta semana tienen un efecto relajante? El niño se ha quedado a vivir con el padre porque le pilla la universidad más cerca de su casa, "así que, chica, como si volviera a mis veinte años". Una hora y diez minutos de viaje, entre tanto ajetreo telefónico y de mensajería, saca del bolso un bocadillo de lomo embuchado y no digo nada, aunque en ese mismo autobús hace unos años el conductor me echó una bronca por darle una galleta Príncipe a uno de mis hijos, entonces de corta edad;  se ve que en esto de pasarse las reglas por la entrepierna aún hay clases: lo suyo era lomo de bellota y lo mío pastelería industrial. Por cierto, las migas del bocadillo van a parar a mis piernas, porque hay que seguir contestando llamadas. 

    Una hora y media de viaje: el pajarito parece que se ha calmado y en el frente telefónico me entero que se quiere llevar la cama de su madre a Madrid porque después de separarse se ha quedado sin muebles, que las Rozas es un sitio horrible para vivir y que el comedor de casa de su madre se lo ha quedado uno de sus hermanas a pesar de que a ella en su nueva casa de divorciada le vendría de perlas. Faltan quince minutos para llegar a Madrid y ya ni me importa que la película estuviera empezada ni que la wi-fi no funcionara, porque el entretenimiento (o la gaita gallega) la he llevado sentada al lado. 

    Un par de pajaritos Whatsapp  más y estamos en Madrid, la señora se despide de mí amablemente y sale de la estación pegada a su teléfono. Ni se imagina que va a ser protagonista, esa misma noche, de una página de un blog cualquiera. Ni tampoco que ha venido sentada al lado de un pitbull que, en otro tiempo de su vida y sin el efecto terapeutico del susodicho blog le hubiera mandado callarse y callar al pajarito en el minuto diez de viaje, y por supuesto le hubiera hecho notar que hay un cartel bien claro donde dice que en el autobús no se come. Creo que hay que estudiar seriamente el efecto sedante de los churros sobre las personas, tengo pruebas científicas que lo demuestran. Feliz fin de semana, y tengan cuidadito con lo que van contando por ahí desde sus teléfonos. 

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