miércoles, 11 de marzo de 2020

La bloguera en los tiempos del cólera

    Las circunstancias excepcionales me obligan a romper el silencio bloguero por varias razones. La primera por responsabilidad: es un momento importante en el cual, nos dicen, todos tenemos que contribuir quedándonos mucho en casa y haciendo bien lo que sabemos. Quedarme en casa y hacer algo que, modestamente, no se me da del todo mal significa en mi caso tener más tiempo para escribir, que era lo que me faltaba cuando me despedí solemnemente de ustedes allá por septiembre. Y añado de mi cosecha que en aquel entonces estaba yo terminando un libro que saldrá en breve, espero, a pesar del Coronavirus y de su pastelera madre. Y si no sale pronto pues saldrá más tarde, que no sé si a ustedes les ocurre pero a mí, de repente, el tiempo se me pasa de otra manera, más lenta, con menos urgencias y saboreando más cada minuto.

   Vuelvo a escribir porque esta rareza que nos está ocurriendo me da una y mil ideas para pensar, para escribir y para compartir, que es de lo que va este blog. Otros Influencers y pseudo expertos de Instagram y de lo que sea siguen a lo suyo vendiendo pastillas de colores o dando consejos de como preparar la piel para el verano. A mí mis mayores (que pasaron una guerra, algunos incluso dos) me enseñaron que a las duras hay que estar como a las maduras, y hacer lo que te manden. Así que como mi trabajo de repente funciona al ralentí, y yo para lo que valgo es para entretener a la gente con textos de página y media, aquí estoy retomando el hilo que dejé sin pespunte en septiembre y escribiendo para darles a ustedes, al menos, un par de minutos de solaz en lo que me leen. 

    Vuelvo a escribir porque, inevitablemente,  pienso en el Decamerón y en una idea que lanzó hace un par de días mi amigo José Ovejero, que él si es escritor de verdad y mucho más talentoso: podrían de nuevo diez personas aislarse en un lugar apartado y escribir un cuento cada uno? Con los mismos temas que en Decamerón original, claro; y con la ventaja de no tener a la Peste Bubónica sobre nuestras cabezas y trabajar con un ordenador y calefacción central. Yo me apuntaría a ser una de las cuentistas, faltaría más. Todo esto para decir que vistas las restricciones que ya tenemos para movernos, trabajar, salir a tomar una copa, ir al cine o a un concierto, no estaría mal volver a los tiempos en los que la lectura y la conversación (siempre guardando el metro y medio de distancia eso sí) eran actividad placentera. Y no nos besábamos tanto para saludarnos, que también era una ventaja.

   Y vuelvo para que dejen ustedes de mirar mañana,  tarde y noche las estadísticas de contagiados por regiones y países, y de buscar, recibir y rebotar por sus redes sociales toda esa batería de consejos y teorías sobre lo que hay que hacer y lo que no. Algunos son sesudos médicos y científicos, pero la mayoría de ellos no. Si puedo permitirme dar un consejo, a mis lectores españoles les recomiendo las ruedas de prensa del Doctor Fernando Simón (qué calma y qué sabias explicaciones sin estridencias las suyas) y por el lado Instagram las entradas de #farmacia_enfurecida, que además de claras e ilustrativas, tienen un excelente sentido del humor. Con solo eso ya tiene uno buena parte de la informacion que se necesita. Yo, como soy expatriada,  tengo que buscarme las lentejas informativas en algún sitio más, sin haber encontrado una que me convenza por ahora más que el de mis empleadores, que ya es algo.

   Y ya que yo vuelvo a escribir, pónganse ustedes a leer, caramba! Y no a mi, que lo mío se despacha en dos minutos. Pónganse a leer un libro gordo, de esos que siempre se encuentra la excusa para no leer, y no me pidan que les de listas y sugerencias, porque luego me dirán que todos son un rollo. Todo el rato que pasen delante del libro no lo pasarán viendo estadísticas de enfermos o escuchando presagios apocalípticos. A mis hijos y sus similares les aconsejaría que aprovechen el tiempo perdido y las clases perdidas para estudiar como bestias unos exámenes que nadie les va a perdonar vengan las plagas que vengan. Yo a lo mío, a retomar este blog en los tiempos del cólera, intentando evitar que como allí se decía "el olor de las almendras amargas nos recuerde el destino de los amores contrariados"...Esto viene de un libro gordo que también es muy recomendable. No diré más.

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