miércoles, 18 de marzo de 2020

Lo que el virus se llevó

   Que este virus nos ha cambiado a todos la vida ya es un hecho probado; que nos la cambiará cuando consigamos echarlo, erradicarlo, o convivir amistosamente con él, es otro cantar. A mi por supuesto me encantaría tener la bola de cristal necesaria para saber qué va a cambiar;  como no la tengo, las mías son hipótesis, y estaría tentada de decirles como Groucho Marx: si no les gustan,  no se preocupen, tengo otras. 

    Este virus se llevará para siempre esa idea que en Occidente habíamos hecho nuestra que, pasadas dos guerras mundiales, una guerra fría con tintes nucleares, y superadas muchas plagas gracias a las vacunas (aunque haya un grupo de trogloditas empeñados en que no sirven) ya nada podía ocurrirnos; o al menos no a todos a la vez. A la vista está que pueden ocurrirnos cosas muy feas incluso sin que Putin se emplee a fondo en ello; e incluso cosas muy feas provenientes de un animalillo microscópico. Nos habíamos obsesionado con los mercados y sus fluctuaciones y con los emigrantes y las cosas malas que traían con ellos en sus ya exiguos equipajes. Resulta que los mercados están descontrolados y por el momento, poco nos importan y que los emigrantes de lujo, esto es, los que viajan en avión y está hoy aquí y mañana a dos mil kilómetros son los que han ayudado de forma generosa a que el virus se propague. No presumíamos de vivir en una aldea global? Pues estan son las consecuencias. En la aldea de Asterix seguro que el Coronavirus ni osaba entrar...

    El virus se llevará la idea de que no podemos vivir sin tantas cosas que nos parecían vitales y que los días de encierro nos están demostrando que se puede vivir sin ellas. Una lista? Yo he apuntado todas estas: podemos vivir sin tomarnos una caña en el bar; podemos vivir con menos papel higiénico, sin el pan multicereales con omega tres y masa madre de la panadera chic que ha cerrado estos días; sin cambiarnos cada día de abrigo o de zapatos, sin ir al gimnasio para luego ir en coche a todas partes; podemos vivir sin teléfono fijo, pero no sin wifi, sin la profesora de yoga y sin el masaje chino, pero no sin médicos, enfermeros, policía, camioneros y maestros. Podemos vivir sin ir al Applestore, ni a Zara ni a  Sephora, pero bendito supermercado y sus cajeras, (incluso las y los impertinentes)  que están abiertos cada día. Es posible vivir sin oligoelementos y bolitas homeopáticas pero no sin Paracetamol; como es posible vivir solo pero es mejor vivir acompañado. La lista la dejo aquí por ahora porque esto es un blog, no el testamento de Amancio Ortega.

    El virus ya se ha llevado nuestras dudas sobre el valor de la cosa pública (la res publica del latín que ya se lo llevó el desuso hace tiempo) y esperemos que se lleve de nuestro panorama político a quienes plantean recortes para la sanidad, la educación y la ciencia que es de lo poquito que queda en pie una vez que todo lo demás está entre paréntesis.  El virus se llevó la vida social pero nos hace descubrir el valor de la comunidad, del lugar donde vivimos, de nuestros vecinos y de cómo podemos ayudarnos unos a otros...Por el momento sin hacer vida social! Se llevó el sinsentido de una generación consumista y caprichosa que sólo encuentra consuelo en las redes sociales y en cuatro descerebrados que llaman Influencers (a veces también son futbolistas) y les va a dejar un poso de reflexión para los años venideros.

    Este maldito virus, que además es monárquico porque lleva corona, se ha llevado abrazos, besos, apretones de manos, conciertos de música, paseos por la playa, viajes a lugares exóticos, empleos precarios, becas de estudio, oportunidades de negocio, pruebas atléticas, viajes de estudios, excursiones colegiales, y de aquí a que se pase, se llevará todavía un montón de cosas más. Yo, como Escarlata O'Hara, levanto la zanahoria que he descubierto escarbando en la tierra y me digo que "a Dios pongo por testigo"... Y en los puntos suspensivos pongan ustedes lo que quieran, que nos quedan días para pensarlo. Y QUEDENSE EN CASA.





No hay comentarios:

Publicar un comentario